jueves, agosto 1, 2024
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El título más grande de España es una manera única de jugar al fútbol

«Todas estas cosas que me salen tan innatas lo he jugado y aprendido en la calle, en mi barrio, y gracias a todo ese tiempo que pasé esos detallitos se quedan…a mí me hacen disfrutar y espero que hagan disfrutar a la gente»: Jennifer Hermoso .

 

En el warming de la final de la Copa Mundial femenina,  la Selección de Inglaterra se prepara para el último ejercicio físico antes de comenzar los trabajos con el balón. A diferencia de los otros partidos del torneo, los equipos precisaron salir al campo de juego un tiempo antes de lo habitual para dejarle espacio a la ceremonia de cierre. Entonces, el preparador físico del equipo que dirige Sarina Wiegman ubicó un par de conos en una línea lateral y otros dos del otro lado del campo, a unos 60 metros. Bajó la cabeza, agachó su cuerpo casi al ras del piso y aplaudió con fuerza. Las jugadoras podrían hacer una carrera a máxima velocidad. Lucen rápidas, parecen fuertes, se muestran más bien serias.

Del otro lado del campo de juego, la escenografía es diferente. Alexia Putellas, que empezó el encuentro en el banquillo, se divierte con el balón junto a Athenea del Castillo. Recibe con una pierna, luego con la otra. La baja con el pecho y prueba los diferentes tipos de controles. La pelota nunca se cae. Las diez jugadoras de campo que van a ser titulares realizan un ejercicio de posesión y, sobre el final, también realizan una carrera sin posesión. El vértigo se siente diferente. Jenni Hermoso, el número 10 de la plantilla de Vilda, va algunos terrenos detrás del resto.

Las secuencias pueden analizarse de diferentes maneras. Depende cómo se vea el fútbol, ​​depende cómo se vea la vida. Pero lo cierto es que España, más allá del resultado de la final, sabe reconocerse. En su juego la Copa Mundial femenina, tuvo un patrón marcado y evidente que se abraza no solo durante con el estilo del equipo masculino (aunque, si se toma la versión del conjunto que dirigió Luis Enrique en Qatar, el equipo de Vilda es mucho más pragmático) si no también con las juveniles de La Roja. Cuando Salma Paralluelo, Teresa Abelleira o Alba Redondo se suman a la absoluta, hay un cambio de importancia y de presión pero no de estilo.

La figura de la Selección española se deshace de elogios para con Iniesta y Guardiola, dos referentes del mejor Barcelona de todos los tiempos.

España siempre inicia. Pero lo hace de una manera en la que, aún con la pelota en poder de sus centrales, da la impresión de que podría generar una jugada de peligro. Porque empiezan los movimientos, los desmarques, los pedidos del balón. Y ahí aparece el pase fuerte y justo. La tecnica para soportar una manera de jugar.

El partido en el mediocampo fue de duelos. 3 vs. 3. Hasta la primera parte -luego se rompió- fue Stanway-Walsh-Toone contra Tere-Aitana-Jenni. Y la diferencia fue gigante. Jenni parece estar siempre atrás de la jugada pero en realidad es ella misma deteniendo el tiempo mientras todas pasan de largo. Aitana simplemente juega a otra velocidad. En defensa, anticipación, recuperación y lucha. En ataque, acelera y le saca cuerpos de ventaja a los rivales. Tere, por último, distribuye siempre bien pero no hacia atrás o los costados.  La técnica pasó por encima a la intensidad.

Jenni Hermoso falla el penalti pero las cosas no cambian para España. El balón siempre por el suelo, el intento de asociación. Pese a la erupción emocional -vacía- de Inglaterra tras la gran parada de Earps, el termómetro se mantuvo igual.

En la calle de Jenni Hermoso, como ella lo reconoció. En el sueño catalán de Aitana Bonmati. En la simpleza de Tere Abellereira. En el desequilibrio innato de Salma Paralluelo y la zurda fina de Olga Carmona. España tiene una manera de ser. En este torneo, recibió un durísimo cachetazo contra Japón y, aunque cambió algunos nombres, su esencia se mantuvo inalterable, En la gloria o el fracaso, no se modifica.

En una entrevista el día anterior a la final con el entrenador, Jorge Vilda, las preguntas y respuestas se interrumpieron varias veces porque, de fondo, en el hotel en el que se concentraba el equipo, en Sídney, las jugadoras estaban bailando, gritando, cantando «No puede haber nada mejor que esto», dijo el director técnico. Tenía razón. Desde ese disfrute nace un estilo de juego real y verdadero. Único. A esa impronta se le agrega una estructura -entre la influencia del Barcelona y el poder de los clubes que asoman cada vez más- que empuja para adelante y concreta los sueños de los talentos.

Si España jugara sus partidos con una camiseta transparente, todos reconocerían su estilo. Juega al fútbol de una manera. Y eso, quizás, vale igual -o más- que un título en la Copa Mundial, su logro más importante en la historia. (FIFA)

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