El estudio denominado “La situación social de Bolivia” de la Fundación Milenio revela que la mayor informalización del empleo, la caída de los ingresos de las familias, la debacle de la calidad educativa y el colapso del sistema de salud se han mantenido e incluso se extendieron después de controlada la pandemia debido, en gran medida, a la fragilidad de la economía y una menor capacidad de creación de empleo.
El economista Dante Pino A. resumió en su @dantenapuco el informe de “La situación Social de Bolivia” de la fundación Milenio; fragilidad económica; políticas económicas erradas; menor creación de empleo. Aumento de la informalidad; y educación deficiente.
Son problemas estructurales de la economía nacional. La propaganda oficial no puede cambiar la realidad objetiva.
El informe señala que las secuelas de la pandemia aún permanecen, causando un evidente deterioro de las condiciones de vida de la población debido a que la actividad económica y productiva viene lastrada por una recuperación débil y tasas bajas de crecimiento.
“Bolivia ha dado muestras de debilidades y falencias crónicas en materia de protección social, y tanto más por cuanto el aumento incesante de la informalidad determina que un elevado porcentaje de la población esté indefensa frente a la inseguridad económica, la precariedad de los empleos y los riesgos de salud, de vejez y otros”, sostiene el documento.
Al respecto, Henry Oporto, director Ejecutivo de Milenio señaló que “el estudio muestra un panorama social preocupante, que contradice el relato político oficial de muchos logros socioeconómicos.
Los datos y evidencias que aporta dejan en claro que la mejora de algunos indicadores, en los años anteriores a la pandemia, no han sido genuinos ni sostenibles porque no se asentaron en el fortalecimiento de las capacidades humanas de las personas, es decir en una mejor educación y formación laboral, mayor protección sanitaria y puestos de trabajo más seguros, formales y mejor remunerados”.
El informe calcula la caída de los ingresos laborales, durante el primer trimestre de este año, en 12%, en promedio, respecto del nivel de ingresos previos a la pandemia, además de un incremento de la brecha salarial de género.
Las señales de deterioro de los indicadores sociales son evidentes. Un impacto de más largo plazo es la pérdida de capital humano, derivada de las consecuencias sanitarias, pero también de la precarización del mercado laboral, del rezago y pérdida de aprendizajes de los estudiantes, que no se han podido recuperar en los últimos dos años.
El estudio fue realizado por los especialistas José Gabriel Espinoza, Ernesto Yáñez, Guillermo Aponte y Patricia Philco-Lima, bajo la coordinación de Henry Oporto. Su producción contó con el apoyo y la participación de la Red PROCOSI. La presentación oficial se realizará este jueves 24 de Agosto en la Asociación de Periodistas de La Paz, contará con los comentarios de los académicos: Fernanda Wanderley y Javier Gomez Aguilar.
“Los avances sociales no están garantizados e incluso pueden ser reversibles. El peligro de estancamiento es mayor cuando la mejora de los indicadores sociales se afinca en cimientos frágiles y proceden de ingresos excepcionales”, asegura @fmilenio.
“La experiencia de los últimos años demuestra que un clima de incertidumbre e inestabilidad política y con problemas serios de gobernabilidad puede ser un escollo para desarrollar políticas sociales eficaces y con impactos positivos perdurables”, apunta el Informe social.
Menos fuentes de trabajo y aumento de la informalidad afectan a la economía
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