viernes, julio 26, 2024
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Los indios están en la Luna

La llegada de la nave india, Chandrayaan-3, al polo sur de la Luna, fuera de marcar un antes y un después en las misiones espaciales, nos está demostrando palmariamente el incuestionable avance tecnológico de la India por delante de Rusia que, absorta en su artera “invasión especial a Ucrania”, fracasó al intentar alunizar una nave que estrelló contra el satélite, pocos días antes de la gesta india.

Dicha hazaña, que nos remonta históricamente a la proeza del genovés Cristóbal Colón, cuando en procura de especias se hizo a la mar en busca de la India y por equívoco recaló en nuestras costas, fue razón suficiente para que se nos cuelgue el nombre de indios, hasta después de los más de 500 años de ocurrida la gesta. Este apelativo, no solo dio pábulo a las más delirantes conjuras, sino que sirvió para elucubrar causas políticas, judiciales, religiosas y racistas que, desde hace unos años, han logrado obtener carta de ciudadanía.

Recordemos que, hasta en los movimientos más nacionalistas y revolucionarios de nuestra bicentenaria historia republicana, se quiso matizar el apelativo de “indio” con el de campesino, como si con ello hubiésemos conseguido vencer una batalla a ese invasor, que en número reducido llegó a los Andes, portando adminículos de terror, como el arcabuz, la armadura y finalmente el caballo, razón suficiente para creer que el conjunto era una sola pieza y se trataba de una deidad extraterrestre.

Siendo un tema tan extenso e imposible de circunscribir en un texto de apenas 500 caracteres, gracias al prefacio expuesto, trataremos resumidamente de analizarlo y equipararlo con la realidad que aqueja actualmente a la nación, como es el de los distintos movimientos campesinos que están en acecho y en marcha.

Para tal efecto, rescatamos las declaraciones del exsecretario General de la COB y exsecretario Ejecutivo de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, (CSUTCB)  Juan de la Cruz Villca, formuladas un 21 de abril de 1992, al entonces periódico Hoy, en medio del 5º centenario de la  llegada de Colón a América: “los campesinos de las más disímiles culturas e ideologías, se prepararían para la creación de un instrumento político que sería utilizado para la toma del poder y la formación de un nuevo Estado plurinacional y socialista”, añadiendo: “los campesinos pretenden plantear su propia alternativa de Poder, a partir del rescate de su identidad cultural como naciones independientes que estén gobernadas por las comunidades. Queremos rescatar nuestra bandera, porque la tricolor no es nuestra. Queremos nuestra propia Constitución Política del Estado, por que la actual no refleja la condición del campesino. Queremos nuestro propio ejército que nos defienda y queremos recuperar nuestros territorios originarios”.

No cabe la menor duda de la irrefutable coincidencia de estas declaraciones con el programa y los designios del Foro de Sao Paulo, creado dos años antes por Fidel Castro y Luiz Inácio Lula da Silva, en Sao Paulo, Brasil, y con lo sucedido en Bolivia, a partir del año 2006.

A la luz de lo anteriormente expuesto, con matices o sin ellos, los bolivianos comprobamos azorados que, con cargo a una supuesta “deuda social” de hace 500 años, y que esperamos haya sido superabundantemente saldada, tenemos que soportar con estoicismo el más repudiable racismo; el espectro de la desunión nacional; la corrupción desembozada; el narcotráfico; la enajenación y el despilfarro de nuestros recursos naturales; el avasallamiento de tierras y todos los males que nos fueron cargados durante estos irrepetibles diecisiete años, mientras los verdaderos indios están en la Luna.

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