domingo, julio 7, 2024
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La Pachamama en desgracia

En las altas esferas del oficialismo es frecuente observar que son realizados algunos festejos en homenaje a la Pachamama, que sería lo mismo que la tierra. En esos oficios aparecen los ponchos, los símbolos de las autoridades indígenas, así como las guirnaldas, las ollas de barro que lanzan al fuego autoridades identificadas con primitivos ritos y actos festivos de los pobladores del medio rural. Es más, piden a sus deidades que derramen sus bondadosos deseos para que llueva a tiempo, no se produzcan sequías, que la tierra duplique su producción, que su ganado se multiplique, etc.
Son muy interesantes esas fiestas y mejor aún sus intenciones. Pero, pasadas las fotografías, los abrazos y algunos discursos bendiciendo a la Pachamama, es posible observar que las buenas intenciones llegaron hasta allí nomás y, desde ese momento, la madre tierra queda solitaria y sometida al inclemente calor del sol, los vientos, las lluvias, ya que cuando pasa la fecha de homenaje, las autoridades y campesinos se alejan del lugar, esperando ver sus fotografías en los periódicos y tener paciencia hasta un nuevo festejo.
Sin embargo, ocurre que, en realidad, la Pachamama no es tomada en cuenta en las políticas del gobierno y la tierra queda abandonada y es víctima de la depredación, por todos los ataques contra la naturaleza y no solo a nivel local, sino nacional.
En efecto, miles de hectáreas son pasto de incendios en todos los departamentos, los ríos son devastados por dragas que buscan oro y los abandonan con profundas excavaciones; las fuentes de agua se están secando, el Lago Titicaca disminuye su superficie a diario y se ha convertido en depósito de basura que le está dando muerte; las cumbres de las cordilleras ya no muestran nevados que aseguren el abastecimiento del líquido a las ciudades; los acuíferos subterráneos están siendo objeto de explotación sin control. Los ríos del oriente se están saturando de mercurio que mata a colonias de peces que abastecen a numerosas poblaciones. También los ríos que bajan de la cordillera son explotados por mineros cooperativistas pequeños y medianos, y esperan utilizar mercurio y otros químicos que envenenan las corrientes de agua.
Por si fuera poco, fuertes ventarrones y hasta vientos huracanados corren por los campos e ingresan a las ciudades, derribando bosques y acelerando y ampliando los incendios y los llamados focos de calor que ya se cuentan por miles a lo largo y ancho del territorio y hasta se hace necesario contar con la colaboración de gobiernos extranjeros.
En síntesis, se puede decir que el gobierno, encargado de cuidar el medio ambiente y rendir culto a la Pachamama, carece de política climática y de autoridades que tengan en cuenta el problema a nivel nacional y no solo como algún fuego local. ¡Salvemos a la Pachamama con hechos y no con discursos demagógicos!

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