lunes, septiembre 2, 2024
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La batalla de Maratón

El origen de una de las pruebas deportivas de atletismo más exigentes, está inspirada en la historia de un soldado griego llamado Filípides; según Heródoto, en el año 490 a. C. hubo un héroe que recorrió 260 kilómetros, desde Maratón hasta Esparta, en busca de ayuda para hacer frente a las fuerzas invasoras de Persia.
Filípides era un hemeródromo, también llamado correo o heraldo, experto en andar enormes distancias, de pies ligeros y resistentes. Estos mensajeros no podían ir a caballo, porque un jinete era más fácil divisarlo a distancia y por consecuencia interceptarlo, evitando así que el mensaje llegue a su destino, por esta razón siempre debían ir a pie.
Después de peregrinar durante casi dos días, el ateniense fue recibido por una negativa nefasta, ya que los espartanos se encontraban celebrando las Carneas, por ello solo podían enviar combatientes al finalizar el festival. Muy acongojado, Filípides se dirigió nuevamente a Maratón, para cumplir con su promesa de retorno, pues el deber patriótico lo llamaba.
Al llegar a su destino, se halló en medio de una cruenta guerra, inmediatamente el emisario se unió en batalla junto a sus hermanos atenienses, venciendo al enemigo a pesar de encontrarse en inferioridad numérica. Una proeza que aún faltaba por completarse, pues se debía avisar a Atenas sobre la victoria, antes de que termine el día, de lo contrario las mujeres matarían a sus hijos y luego se suicidarían, para evitar caer prisioneros de los persas.
El ilustre héroe, sacando fuerzas de flaqueza, corrió en dirección a la ciudad de Atenas, 40 kilómetros de magnánima entereza, y con su último aliento proclamó la victoria griega, entregándose a los brazos de Tánatos. Es por eso que, en los Juegos Olímpicos del año 1896, se integró la carrera de maratón, honrando la hazaña ateniense.
Para muchos la historia del gran Filípides es única, pues desconocen la gesta del titán “Goyo”, y es nuestro deber como bolivianos, dar a conocer semejante heroicidad, digna de un poema épico compuesto por Homero. En 1879, Gregorio Collque se dio a la tarea de recorrer 380 kilómetros, desde el Departamento del Litoral hasta la ciudad de La Paz, con el fin de avisar al gobierno boliviano sobre la cobarde invasión chilena.
Gregorio era un Chasqui, un joven corredor que llevaba mensajes, basado en el antiguo sistema de correos del Imperio incaico. En aquella época, las condiciones en los sistemas de comunicación eran muy limitadas, por no decir nulas, pues apenas se iniciaba la instalación telegráfica, y el territorio boliviano tenía escasas rutas con caminos de herraduras, fue por eso que aún se utilizaba la mensajería por medio de los chasquis.
El insigne mensajero se abrió paso entre cordilleras, despeñaderos, cumbres y desiertos, inclusive evadiendo personajes con intenciones ruines, así fue que el Chasqui Gregorio Collque se ganó la inmortalidad, cumpliendo su misión con destreza divina y coraje suntuoso.

La batalla de Garibay
Una introducción necesaria, para abordar otra hazaña boliviana, la de Héctor Garibay Flores, un atleta orureño especialista en carreras de larga distancia, que recientemente nos maravilló, al obtener el primer lugar en la Maratón Internacional de la Ciudad de México, batiendo el récord histórico con dos horas, ocho minutos y veintidós segundos.
En una competencia dominada por atletas kenianos, Garibay lleno de gallardía corrió a la par de los africanos, hasta dejarlos atrás en el kilómetro 30, colmándonos de orgullo a todos los bolivianos que seguimos su travesía. A pesar de ser un excelente deportista, habiendo ganado los primeros lugares en las maratones de Asunción y Buenos Aires, hasta ahora no cuenta con el apoyo que merece por parte del gobierno.
Pese a ello, Héctor sigue comprometido en representar a Bolivia, incluso invirtiendo su propio dinero, pues en la frustración de promesas que nunca se cumplieron, tomó la decisión de trabajar como taxista para poder financiar sus sueños. Un boliviano más que lucha en el desamparo, pero que la sangre que corre por sus venas no le permite rendirse, pues el coraje es el mayor legado que nos dejaron nuestros antecesores, en esta tierra bendita jamás se claudica.

El autor es Comunicador, poeta, artista.

 

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