El narcotráfico es un cáncer social que no puede ser ignorado ni subestimado, es hora para que el gobierno de Arce Catacora, y, también gobiernos de otros países, organizaciones internacionales, colectivos sociales y ciudadanos se unan en una lucha decidida contra esta amenaza.
La erradicación del narcotráfico requiere la voluntad de enfrentar las raíces profundas de este problema y trabajar tenazmente para restaurar la paz, la justicia y la esperanza en la población boliviana que ha sido seriamente afectada.
El narcotráfico, caracterizado por la producción, distribución y venta ilícita de drogas, socava los cimientos de la sociedad en múltiples niveles. Surge en regiones marcadas por la pobreza (p. ej. en norte Potosí), la falta de oportunidades y la debilidad institucional. La oferta y la demanda de drogas se entrelazan en un ciclo destructivo que perpetúa la violencia, corrompe a las autoridades y devasta poblaciones enteras (p. ej. San Matías en el departamento de Santa Cruz).
Uno de los aspectos más insidiosos del narcotráfico es su capacidad para infiltrarse en las estructuras gubernamentales y sociales. La corrupción se propaga como una plaga, minando la confianza en las instituciones y permitiendo que los narcotraficantes operen sin impedimentos. La falta de capacidad para enfrentar este hecho amenaza la gobernabilidad y socava los valores democráticos.
El narcotráfico es un problema global que no conoce fronteras, requiere una cooperación internacional decidida para enfrentar su alcance y complejidad. Los esfuerzos unilaterales son insuficientes (el caso más emblemático es la del uruguayo Sebastian Marset); se necesita una acción conjunta para rastrear las redes de tráfico, interceptar el flujo de drogas y proporcionar opciones a las comunidades afectadas.
En la encrucijada de la criminalidad, la violencia y la desestabilización social, el narcotráfico emerge como un problema apremiante que exige una atención urgente y un abordaje exhaustivo, habría que explorar las formas en que este flagelo podría ser resuelto, no solo desde una perspectiva legal y policial, sino también a través de una estrategia integral que aborde sus raíces y consecuencias.
Una estrategia integral debe comenzar por la educación y la prevención, capacitar a los jóvenes en las poblaciones en riesgo sobre los peligros y las consecuencias del narcotráfico puede disuadirlos de unirse a las bandas criminales. La inversión en programas educativos, culturales y deportivos puede brindar opciones constructivas y empoderar a las comunidades.
El abordaje del narcotráfico también implica promover el desarrollo económico sostenible en áreas afectadas. Invertir en proyectos que generen empleo, fomenten la agricultura legal y promuevan la inclusión financiera puede reducir la tentación de unirse al crimen organizado.
Una justicia eficaz es fundamental para enfrentar el narcotráfico. Es esencial reformar y fortalecer el sistema judicial para garantizar que los criminales sean llevados ante la justicia y se enfrenten a sanciones rigurosas y adecuadas. Al mismo tiempo, se debe combatir la corrupción que a menudo permite que las redes criminales operen impunemente.
El narcotráfico es un problema global que requiere una respuesta global. La cooperación internacional es esencial para rastrear las rutas del narcotráfico, intercambiar información y recursos, y enfrentar de manera conjunta a los “cárteles” que operan a nivel transnacional.
El narcotráfico es un problema complejo y arraigado que no tiene soluciones simples. enfrentarlo requiere un enfoque multidimensional que ataque sus raíces económicas y sociales, promueva la educación y el desarrollo, reforme la justicia y combata la corrupción. Solo a través de un esfuerzo concertado y un enfoque integral se podrá esperar una resolución sostenible a este desafío que afecta a muchos países, pero particularmente a nuestro país.
El autor es Politólogo – Abogado y Docente Universitario.
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