domingo, septiembre 1, 2024
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Un compromiso más amigable

Al titular esta nota, lo que se me ocurrió primero fue «La tarea…», palabra muy común que, a docentes, estudiantes y padres de familia, nos resulta familiar, algo así como “lo que le mandó el profesor, para hacerlo hoy y entregarlo mañana”.
Por lo visto la expresión anterior genera tensión, carga, ante la ayuda necesaria que necesita el menor, hijos (as)/nietos (as), dado que no necesariamente quienes le pueden ayudar conozcan el contenido de dicha tarea o tiempo, aunque tenga dominio de lo primero.
Según el diccionario, la tarea es “Labor o trabajo que realiza alguien. Trabajo que debe hacerse en tiempo limitado”. Acerté, la problemática de todo lo antes expuesto, que hemos analizado como ‘carga’, cuando realmente se convierte en un hábito, es que previo a la culminación de la clase –diría que por inercia (*)– las palabras ¿mágicas? serán: “para mañana o la próxima sesión la tarea es la siguiente…”.
Posiblemente ya algunos estudiantes habrán casi guardado sus cuadernos, unos cruzando los dedos o rogando que no se les dé tarea, ya que viene el fin de semana. Pero, “De la página tal a la tal” y, en el mejor de los casos, “ya les he enviado vía correo o al chat del grupo la tarea”.
Pero, ¿qué sucede si se sigue cumpliendo lo que hemos aprendido, que, ¡no hay clase sin tarea y no hay tarea sin clase! Durante siglos con una educación cuasi dogmática –exámenes escritos, docentes conferencistas, que no dejan ni chistar (abran el libro, copien de la página…, todos en silencio). Por supuesto que todo lo que es rutinario, cansa.
Si lo anterior añadimos que, al menos en los subniveles de enseñanza media, bachillerato o diversificado y universitario, por día recibe hasta 6 horas clases, ¿4 asignaturas?, 4 tareas ¡diarias! Si para cada tarea, su solución oscila de 15 minutos a una hora en la tarde o noche (en casa), dedicaría diariamente digamos extracurricularmente de 2 a 4 horas de su vida, ¿y a la semana?
Esto nos hace pensar que se puede seguir haciendo más de lo mismo, la tradicional tarea deberá transformarse en un compromiso (acuerdo formal al que llegan dos o más partes tras hacer ciertas concesiones de cada una de ellas) más amigable, que agrade, que den deseos de llegar a la casa para hallar soluciones. ¿Ejemplos? «Para mañana la tarea es…».
-Defina qué es la familia.
¿Qué te viene a la cabeza cuando escuchas la palabra familia?
-Mencione las partes del cerebro.
La atención es una aplicación voluntaria de la actividad mental o de los sentidos a un determinado estímulo u objeto mental o sensible. ¿Podrías citarme dos ejemplos?
-Para mañana…
¡Hoy, no pondremos tarea! Pero quisiera que pensaran para la próxima clase (me lo recuerdan por si se me olvida) sobre ¿Qué haría cada uno de ustedes para mejorar la felicidad en su entorno?
Solo, profesor(a), le pido que lo considere y luego pregunte -de aplicarlo- a sus estudiantes, cómo se sintieron.
Termino, una clase será mejor cuando usted capte a sus estudiantes, los sensibilice, no porque la tarea deje de ser importante, claro que lo es, ya que nos retroalimenta de lo que hacemos, sino porque los hicieron pensar, aplicarlo. La fórmula es esa, no hay otra.

(*) Inercia: Rutina/Propiedad de los cuerpos de mantener su estado de reposo o movimiento si no es por la acción de una fuerza.

El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.

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