martes, septiembre 3, 2024
InicioSeccionesOpiniónElefantes blancos en caravana

Elefantes blancos en caravana

Juan José Anaya Giorgis

Desde la revolución de 1952, la inversión productiva estatal, salvo ciertas coyunturas de crisis estructural y el “interruptus” neoliberal de 1985 y 2005, fue la gran protagonista da la planeación y fomento económico en Bolivia.
Sin ir lejos, en el año 2013, Evo y Álvaro (siendo los primer y segundo mandatarios de Bolivia), inauguraron en Bulo Bulo una ciclópea planta estatal de amoniaco y urea con capacidad para fabricar hasta 766 mil tonales de uno y otro, a partir del tratamiento químico de hasta 50 millones de pies cúbicos de gas al día. La planta costó casi los $ 1.000 millones: “la mayor inversión en la historia de Bolivia”, reiteró infatigablemente la prensa oficialista durante años.
Bulo Bulo comenzó a trabajar recién a fines del 2017, no obstante, lejos de producir la cantidad necesaria siquiera para recuperar la inversión –de aportar al fisco los prometidos $ 300 millones anuales, ¡ni hablar! –, rara vez supera, y por corto tiempo, la tercera parte de su capacidad productiva. Siendo sus costos constantes de operación de $ 56 millones anuales, a este paso serán necesarios 55 años para que Bolivia ¡recupere la inversión más grande de su historia! (según los analistas Bernardo Prada y Álvaro Ríos).
Y si de consuelo les sirve a los amigos albiazules: no es la primera vez que algo así nos pasa. A resultados ruinosos similares arribaron ya otros grandes planes desarrollistas también autodenominados libertadores económicos de Bolivia y planificados y ejecutados con recursos fiscales en las décadas de los 60, 70 y 80 del Siglo XX; nos referimos a la instalación de hornos metalúrgicos buscando integrar verticalmente a la minería e instalar industrias pesadas.
Veamos. De las seis fundiciones principales detalladas a continuación: fundiciones Vinto de estaño de alta ley, Vinto de antimonio, Telamayu de bismuto, Vinto de baja ley (iniciada en 1975), la planta de volatilización de estaño Palca (iniciada en 1970) y el complejo metalúrgico de Karachipampa (iniciado en 1978); sólo las tres primeras dieron frutos, mientras las otras tres, siendo las más costosas, sólo pérdidas millonarias reportaron.
Karachipampa, por ejemplo, costó 140 millones de dólares de 1980, a lo que debemos sumar otros $ 50 milloncitos inherentes a la broma pesada de su rehabilitación iniciada en 2012 y concluida en 2014, broma pesada porque apenas funcionó por días, incluyendo la inauguración en la que los ya mencionados Evo y Álvaro posaron para las cámaras sosteniendo un lingote de plata y plomo, respectivamente, mientras el Ministro de Minas de turno, les aplaudía con remilgos de admiración.
¿Existe algún tipo de nexos que vinculen unos con otros a los elefantes blancos de esta gran caravana y que, al unísono, den cuenta de sus causas, o de por qué el error vuelve a repetirse una y otra vez? Por supuesto, surgen de cierta cultura política nacionalista con ribetes autistas y férreo antiimperialismo (no de toda la cultura política nacionalista). Muy pronto, y gracias a los auspicios de la facultad de sociales de la UMSS, les brindaremos al menos algunas de las respuestas.
Así, contribuiremos a no tener que imaginarnos (mascullando amargura) cómo sería nuestro rostro nacional si aquellos recursos hubiesen sido destinados a capitalizar al pequeño productor agrícola o a verdaderos créditos de vivienda social, porque hoy con los intereses ofertados por nuestra insaciable banca privada, la vivienda propia es ya un sueño inalcanzable para la clase asalariada y/o profesional.

Artículo anterior
Artículo siguiente
ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES