Si se visita los mercados, supermercados, puestos de venta menores y hasta sitios callejos para comprar fruta, se encuentra con que todos estos alimentos en venta son de origen extranjero, salvo dos o tres excepciones, como naranjas y plátanos. Se observa, además, que los precios son altos, los frutos son de mala calidad, son transgénicos y se caracterizan por su brillante aspecto.
Si se pregunta a los vendedores de estos alimentos sobre cuál es su origen, invariablemente afirman que no son del país y que llegan mediante el contrabando e importaciones. Y agregan con tono de lástima: “ya no existe fruta nacional” y comentan sobre aquellos tiempos en los que la fruta nacional llenaba los mercados, servía para exportación, alguna industrialización y causaba deleite a los consumidores.
Aproximadamente hace veinte años empezó la escasez de fruta nativa. Antes a partir de noviembre aparecían damascos, las peras pequeñas y mangos. En la siguiente temporada aparecían manzanas, uvas, lúcumas, duraznos de diversas especies, higos, etc., y así sucesivamente otras variedades de frutas, como tunas, chirimoyas, nísperos, membrillos y otros y, finalmente, cerrando la temporada frutícola volvían los cítricos.
Al presente, esa época de oro queda en la memoria de generaciones pasadas, pues esa clase de productos ya no existe y la población se ve obligada a no comerlos o bien a comprarlos por la fuerza, ya que son imprescindibles para la alimentación diaria, en especial de los niños y enfermos.
¿Qué ha pasado? Al caer la producción de fruta nacional ha aparecido la extranjera, importada por particulares y contrabandistas, para abastecer mercados con productos baratos que son accesibles para los consumidores. Y es que poco hicieron las autoridades para proteger la producción nacional. Se produjo una competencia desleal, con precios bajos y publicidad engañosa, por lo que la gente ya no compró fruta nativa, sí la extranjera.
Por otro lado, los agricultores se encontraron con que el fruto de su trabajo no era consumido por el público, que despreciaba el producto nacional. Es más, la gente ya no compraba la producción nativa. Entonces, los campesinos retornaban a sus tierras con la producción sin vender y ésta se echaba a perder. Entonces, los campesinos abandonaron la agricultura frutícola y empezó a morir la producción nacional.
Este problema tiene agravantes. El país no produce fruta y el Estado permite las importaciones por millones de dólares, para que engorden los agricultores de países extranjeros. Por otro lado, en Yungas el abandono de la fruticultura ha hecho que los campesinos se dediquen a cultivar coca. Un agravante más, el Estado Plurinacional es anti proteccionista y activo impulsor del libre comercio.
Caída de producción frutícola es grave
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