Pablo Durañona
De acuerdo con la UNESCO, el 8 de septiembre de cada año se celebra el Día Internacional de la Alfabetización Digital, considerada como la aptitud de las personas para llevar a cabo diferentes labores a través de un medio digital. Pero no solo consiste en saber utilizar un dispositivo digital, sino también en la capacidad de comprender y aplicar cómo ese uso puede hacer que nuestra vida mejore, que seamos más productivos y eficientes en ella.
En este contexto, la generación Alpha (nacidos a partir de 2010), tiene un regalo del que quizá no sean tan conscientes: el acceso a Internet, la biblioteca más grande de la historia de la humanidad.
Hoy, los niños no conciben su vida ni sus relaciones sin las conexiones online, ya que el 86% de ellos, en América Latina, tiene a su alcance un smartphone que les permite acceder a contenidos inimaginables años atrás. Ellos pueden aprender, informarse, entretenerse, descubrir sus pasiones, desarrollar intereses y gustos en un estadio más temprano, de manera “gratuita”, desde un dispositivo.
¿Por qué menciono que lo hacen gratis, entre comillas? Es muy simple, existen solamente 2 formas de acceder a los contenidos digitales: pagando por ellos a través de compra en apps, juegos, sitios web y/o suscripciones, o bien que la publicidad digital de las marcas lo pague a través de sus inversiones para promocionar sus productos y servicios. En este último punto, es donde los niños tienen a disposición el mejor regalo de la historia: el acceso universal a herramientas de educación y el entretenimiento, para así aprender, crecer y desarrollarse cómo nunca antes había sido posible.
A veces, en cierta parte de la sociedad, puede parecer un prejuicio o preconcepto que los dispositivos hacen mal a los niños porque los “emboba”, los aleja de una vida social y los tiene encerrados en una pantalla que les hace mal. Si bien existen casos de excesos, la realidad es que las pantallas utilizadas de manera adecuada (lo que requiere el acompañamiento de los padres), tienen un gran sentido lúdico, académico y de socialización. A través de ellas, los niños pueden estar en contacto con sus amigos, jugar, interactuar y realizar actividades juntos, que si no fuera por la conexión de las pantallas, no podrían hacerlo.
Todas las experiencias pueden tener sentido, siempre y cuando sean las adecuadas a sus edades y contexto. Para ello es fundamental que el contenido al que accedan e interactúan sea relevante para ellos y los adecuados para su edad.
Ahora bien, detrás de esta enorme oportunidad, hay también una gran responsabilidad de toda la industria para que ese acceso sea a través de conexiones seguras para ellos. Hoy, uno de cada 3 usuarios conectados tiene menos de 18 años. Sin embargo, internet no fue pensada ni diseñada para menores, por lo tanto, existen distintos riesgos al conectarse, como exponerse a contenidos inadecuados, grooming o espiar a los menores cuando están online.
De todo esto debemos hacernos cargo para que no suceda. Los gobiernos y ONGs, a través de regulaciones y leyes que protejan la privacidad de datos, los creadores de contenido; desarrollando contenidos de calidad adecuados para cada segmento; y compañías del sector, comprendiendo e impulsando las buenas prácticas e invirtiendo en tecnología que garantice experiencias seguras y entretenidas para los niños.
En este contexto, es sumamente importante el rol de cada uno de quienes formamos parte de la industria, que la publicidad digital se mantenga vigente, y que continúen creciendo las inversiones. Son muchísimas más las personas que están dispuestas a ver publicidad para acceder a contenidos, que las que prefieren y/o pueden pagar.
Pablo Durañona, Head de Marketing en Kids Corp.