domingo, septiembre 1, 2024
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¿Cada maestro tiene su librito?

Posiblemente el título del artículo de hoy, pudiera tener años de ser escuchado siendo estudiante. Y posteriormente con el ejercicio de la carrera durante décadas, cuándo pude experimentar la comprensión de la frase como tal.

La cual podía interpretar de algunas formas: ¿en común?, el que cada docente “impregnara” su propia metodología al impartir la clase, siendo ésta tal vez una opinión un tanto tradicionalista: «de la puerta para dentro, mando yo»; entiéndase que el desarrollo de la clase es responsabilidad total del docente y como la imparta es su problema.

Al menos como parte de mi experiencia, la posibilidad se reducía un tanto – “dejando la puerta entreabierta” – cuando las mismas se preparaban en conjunto en el seno del colectivo de asignatura, liderada por el docente de mayor grado académico y el resto (teniendo conocimiento del contenido a impartir) analizábamos como abordarlos, así como la propuesta de ejercicios para la evaluación.

Diría que la probabilidad de diferir entre los docentes del colectivo se reducía, inclusive en algunas ocasiones –muy justificadas–, cuando un docente le cubría la clase a otro. Se trataba con ello de evitar la disparidad de la metodología de la clase y que los estudiantes, a pesar del cambio eventual del docente, no sufriesen por algún “vacío”.

A pesar de ello, y haciendo uso de la máquina del tiempo (para viajar al pasado), al preparar el plan de clases, su estructura tradicional era (hasta un formato como tal) introducción, desarrollo y conclusiones. En la primera parte: pasar lista, poner el tema de la clase, no podía faltar la fecha; el desarrollo según la forma de organización de la clase (conferencia, clase práctica, laboratorio, seminario u otras) y para cerrar, el docente daba las conclusiones y ponía la tarea.

¿Y para delante, en el tiempo? Nuevas metodologías, técnicas y estrategias de enseñanza, enfoques basados en ¿competencias, objetivos, metas, etc.?, lo cual te permitía o permite dar a las clases una nueva vitalidad, con una mayor participación del estudiantado, así como en la demostración del aprendizaje adquirido, al ser evaluado.

Por lo visto, se trata de un cambio de roles docente-estudiante en el tiempo, bastante significativo.

La dificultad mayor se centra en si la máquina “en que viaja” el docente actual, tuvo gasolina suficiente para lograr el cambio en su nuevo rol. El combustible es proporcionado por las capacitaciones recibidas, más cuando la mayoría de los docentes que imparten clases en la enseñanza media, no necesariamente dan aquellas que se relacionan con la especialidad en que se graduaron (¿matemática, comunicación y lenguaje?) por razones muy diversas (número de grupos que debe atender, no disponer de plazas para nuevas contrataciones, etc.).

En la educación universitaria, se percibe que el problema es un tanto más complejo –a pesar de que un docente puede impartir varias asignaturas, pertenecientes a una misma disciplina, por ejemplo, Biología, Bioquímica, Anatomía–, ya que no se titularon con una formación pedagógica (*), amén del grado superior alcanzado: licenciatura, maestría, doctorado u otros.

Obviamente, hay posibles soluciones, en aras de mejorar o fortalecer la calidad del proceso de enseñanza – aprendizaje promovido por la institución:

  • La impartición de cursos de profesionalización (posgrados, maestrías) en estrategias/técnicas; evaluación de los aprendizajes; enfoques, uso de TIC, elaboración de sílabos, idiomas, etc.
  • El fortalecimiento de equipos de disciplinas o asignaturas para la preparación de clases, incorporando lo aprendido en los cursos recibidos.
  • Conocimiento de reglamentos, normas, del proyecto educativo de la institución.

Por supuesto, la posibilidad del éxito final en beneficio del estudiantado, dependerá de la profesionalización del docente y de cuánto esté dispuesto a compartir sus experiencias, criterios, con otros docentes, “engrosando así su librito”, así como dejar “un poco más abierta su puerta del aula de clase”.

¿Pero ello garantizará el impacto que queremos lograr en los jóvenes y adultos? Todo dependerá de si tenemos acceso a todo lo que ocurre realmente detrás de esa puerta. Continuaremos.

 

(*) La pedagogía es la ciencia perteneciente a las Ciencias Sociales y Humanas, que se encarga del estudio de la educación. Su principal objetivo es planificar, analizar, desarrollar y evaluar procesos de enseñanza y aprendizaje. De esta manera pretende mejorar la realidad educativa en diferentes ámbitos.

 

El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.

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