A pesar de los datos del Gobierno sobre una inflación baja, los precios de la papa, fideo y el huevo registraron incremento en los dos últimos años, en un promedio de 16% y en algunos casos para no subir el valor del producto, bajaron de peso y de tamaño.
El precio de la papa de hoy, comparado con finales de 2021 subió 36%, es decir vale más y no bajó el valor; el huevo registró un incremento de 36% en el mismo periodo; el fideo experimentó un alza de 15%; y el azúcar también mostró un aumento de 19%, de acuerdo a la explicación del economista Gabriel Espinoza en diálogo en Erbol, con base a datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El Gobierno asegura que una muestra de la baja inflación y que los precios no se incrementaron está en la marraqueta, sin embargo, Espinoza dice que el peso y el tamaño sufrieron modificaciones, y obedece a un aumento de los insumos.
La semana pasada, Erbol realizó un encuentro con el economista Gabriel Espinoza y el director de Planificación del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, Ariel Ibañez, en donde abordaron los resultados de la encuesta de Ipsos sobre la crisis económica, principal problema de la población.
Ibañez aseguró que la economía está bien y está dentro lo que más va a crecer en la presente gestión, así lo demuestran los datos, con una inflación baja y reducida desocupación. Por lo que infirió que el modelo económico de la actual administración va por buen camino.
Mientras Espinoza dijo que los datos están alejados de la realidad, pues la preocupación de la gente se inclina en el aumento del gasto, cada vez deben erogar mayores recursos para satisfacer las necesidades del hogar.
Aunque el representante del gobierno reiteró en varias oportunidades sobre la baja inflación y el modelo económico aplicado; los economistas en varias análisis aseguraron que el modelo caducó, pues vivía de la renta petrolera, pero como cayó la producción, también los recursos, y ahora no puede aprovechar como lo hizo en 2013 y 2014.
Además tampoco mencionó que el mantenimiento de los precios obedece a un gasto de los recursos de los bolivianos que ascienden a 2.000 millones de dólares, pero también al contrabando.