domingo, junio 30, 2024
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Continuidades y rupturas entre el MAS de 2005 y el MNR de 1952

Cada vez más politólogos mediáticos hacen análisis comparado entre la Revolución Nacional del MNR y la Revolución Cultural del MAS, lo hacen buscando constatar si la historia se repite dos veces, como lo escribió Carlos Marx, ¿primero como tragedia, luego como comedia?, o acaso ¿estableciendo si en vez de aprender de los errores pasados preferimos vivir autoengañados?
El blanco de dichas reflexiones señala a las reelecciones de Víctor Paz Estenssoro en 1964 y de Evo Morales en 2019, ambas políticamente resistidas y legalmente polémicas, como los puntos de inflexión delimitando el auge de la debacle y la crisis de los dos partidos y procesos históricos. De ese modo, la lección extraída de la historia hace carne una vez más en las consecuencias nefastas que conllevan el caudillismo y el apego desmedido a los delites del poder.
En efecto, la imposición de Paz Estenssoro como candidato presidencial del MNR por segunda vez consecutiva en el IX congreso del MNR en 1964 causó la ruptura definitiva del ala izquierdista del MNR con el MNR, una izquierda ciertamente muy radical, si bien no por eso excluida del reparto de la torta en esos tiempos. A su turno, la caída de Evo y disgregación actual del MAS, al parecer, también irreversible, tendría mucho que ver con su desmedido personalismo, repostulando su candidatura para el periodo 2020-2025 por tercera vez consecutiva.
Sin duda, en ambos casos los apetitos personales advienen sobredimensionados si sólo desde ellos pretendemos explicar dichas realidades, cuyas complejidades, siendo justos, trascienden con creces al egoísmo del caudillo.
No obstante, para sacar provecho a esta, sin duda, sumamente atractiva discusión, desde todo punto de vista, precisamos no sólo profundizarla, sino también una metodología. Propongo empezar recurriendo al clásico análisis comparado de los medios y fines de una y otra organización.
Ciertamente, los fines surgen de los principios ideológicos. Así, el MAS-IPSP reivindicando las identidades indígenas instituyó una arquitectura estatal plurinacional como necesaria condición para el mutuo entendimiento sin el cual no hay progreso, haciendo a la par del mestizaje un objeto de censura, como si lo mestizo fuese en sí mismo abominable.
A la inversa, el MNR de 1952 aunque sostuviese que el porvenir de Bolivia se incubaba en las entrañas de indios y cholos, proyectaba una identidad colectiva mestiza, homogeneizadora de las diferencias originarias como una suerte de condición necesaria para el mutuo entendimiento y el progreso. De cualquier modo, estas diferencias parecen ser superficiales en relación a la misión última proclamaba por ambos: liberarnos del coloniaje modernizando la sociedad e industrializando la economía lo antes posible, a marcha forzada.
En cuanto a los medios utilizados, las similitudes sorprenden: redes clientelares con prebendalismos al servicio de campañas electorales inescrupulosas, tolerancia hacia la corrupción con tal hacerse de acólitos incondicionales y asignación de roles y tareas arbitrarias a los actores sociales en el marco de modelos desarrollistas diseñados unilateralmente desde las altas esferas.
Y va una última, sólo para dejar por bien puesta la primera piedra explotando este riquísimo venero: en 1953 Ernesto Ayala Mercado, ese movimientista brillante de cuna trotskista decía: “en tres años de gobierno, como afirma el jefe, el MNR ha hecho más por Bolivia y su pueblo que medio siglo de dominio oligárquico”, ¿les suena?

Mail: llamadecristal@hotmail.com

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