Oruro celebrará, el próximo 1 de noviembre, el 417 aniversario de su fundación. Lo hará, en esta ocasión, bajo la pesadilla del cambio climático, que se traduce, en nuestros días, por una devastadora sequía. En medio de zozobra, desesperación e incertidumbre, que incide, particularmente, en sectores rurales. Pero con la fe puesta en Dios, con ganas de vivir y recuperar la esperanza, ante esa arremetida, porque las pérdidas ocasionadas por ésta, son considerables, hasta este momento. De persistir la situación, el futuro sería oscuro, lo que no es deseable.
Fenómeno climatológico que pretende arrasar con la producción agrícola y la actividad ganadera, en ese sector del altiplano, cuya superficie abarca 53.588 kilómetros cuadrados. Su población rural se dedica, en su mayoría, a la agricultura. Y su idioma es el quechua, como en los departamentos de Potosí y Cochabamba. Se informó, en este marco, que “unas 34.000 familias se encuentran afectadas, 14.700 familias damnificadas en 745 comunidades, principalmente, del área rural. En el caso del ganado, más de 521.000 cabezas de ganado entre ovino, camélido y vacuno, atraviesan los embates de la sequía” (1).
En consecuencia: Oruro fue declarado en desastre mediante la Ley departamental 235, promulgada por la Gobernación. “La norma permite que se puedan utilizar los recursos necesarios para atender la situación que dejó hasta el momento a 29 municipios afectados, de los cuales, 25 ya emitieron similar declaración”, se indicó (2).
Oruro no solo representa la fastuosa entrada del carnaval, ponderada por propios y extraños, sino también trabajo y producción, elementos que le han permitido contribuir al erario nacional, en todo tiempo, en diferentes rubros. Pero ahora, golpeado duramente por la sequía, clama por la solidaridad de los bolivianos y exige cooperación efectiva e inmediata del Estado, para superar esta coyuntura con vestigios de desastre. Pero no se debería hacer proselitismo político con la causa de los orureños. Tampoco desplegar campañas electorales.
Rendimos nuestro homenaje, finalmente, a ilustres personalidades, de la capital del folklore boliviano, como Josermo Murillo Vacarreza, Enrique Miralles, Cristóbal Molina, Víctor Flores Barrientos y otros, quienes participaron en diferentes actividades, con los supremos objetivos de progreso de la patria chica que los vio nacer. Honor y gloria a esos orureños de gran valía, que escribieron gloriosas páginas en la historia regional. Son paradigmas incuestionables para las futuras generaciones.
En suma: la hermandad, existente, desde siempre, entre los bolivianos, debería ratificarse, ahora más que nunca, mediante la ayuda y la solidaridad, para con el departamento de Oruro, que atraviesa una hora tan desastrosa, por la sequía. ¡Ojalá así sea!
NOTAS
(1) “Oruro otro departamento en desastre por sequía”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 30 de septiembre de 2023.
(2) Ídem.