sábado, diciembre 28, 2024
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Ojo, con el Armagedón

Sin el ánimo de fungir de predicadores o conversores de espíritus infieles, nos remitimos al libro de las revelaciones del nuevo testamento (Ap. 16:16), donde se describe el fin de los tiempos en una forma que, abstrayendo toda la simbología inserta, se asemeja mucho a los sucesos que vienen inquietando nuestro cotidiano vivir, como es la invasión de Hamás a Israel, hace pocos días.

El libro del Apocalipsis sitúa estos hechos en el Armagedón, una expresión hebrea que significa “monte Megido” (Har Megiddo en hebreo), el  sitio donde deberá librarse la batalla final entre los reyes de la tierra que se reúnan allí, comandados por el anticristo, para luchar contra el Cordero de Dios, y donde serán finalmente derrotados por Jesucristo y sus ángeles, arrojando al falso profeta al lago de fuego, mientras Satanás será atado en lo profundo del abismo, con lo que empezará el período milenario, que menciona el Apocalipsis, al iniciarse el reino de Jesús en el Cielo.

Esta lúgubre descripción del final de los tiempos, asumida como cierta por casi todas las religiones y sectas monoteístas del mundo, pareciera retratar, como citamos líneas arriba, los cruentos, como luctuosos hechos que se vienen desarrollando en la franja de Gaza, y hacer saltar por los aires los fusibles que prevenían el estallido de una debacle total.

Al margen de los factores netamente religiosos que podrían deflagrar esta guerra sabemos que, desde que los EEUU abrieron las puertas del averno en Irak y liberaron a Satanás, no existiendo un solo instante en que la guerra y la muerte no campeen en esos territorios, donde la paloma de la paz nunca más ha vuelto a anidar. Es más, ese trágico destino se cebó con la guerra fratricida entre chiitas (Irán) contra sunitas (Irak), dos corrientes del islamismo con diferencias irreconciliables que durante siglos han perpetuado el odio y la división, al extremo de sobreponerlo a sus sentimientos de enemistad hacia el pueblo judío, que vino observando de palco esa matanza, mientras ella no comprometía su seguridad y supervivencia. Empero, como el diablo no duerme, ese ambiente de guerra dio paso a la formación de movimientos terroristas como Al Qaeda, Hamas, Hezbolá, La Yihad, etc., que a su fanatismo añadieron el anti-occidentalismo, con la risible premisa: “la educación occidental es pecado”

De esta manera, todos los prolegómenos de una catástrofe universal parecieran congregarse  en los luctuosos hechos que cotidianamente nos trasmite la prensa  como: Libia, Siria, Egipto, Afganistán y otros, hasta culminar en la inevitable y cruenta incursión de las tropas israelitas a la franja de Gaza, para eliminar  a los criminales que atentaron contra su territorio, asesinando y secuestrando a miles de ciudadanos judíos, tras lanzar un millar de misiles fabricados en Irán, el país que  les brinda apoyo político, financiero y militar y cuyos drones están dando suficientes muestras de efectividad en la invasión del anticristo Putin a Ucrania.

Finalmente, según informes confiables de inteligencia militar, dichos atentados que están sembrando tanta tribulación, dolor y lágrimas en esa región, sólo podrán ser neutralizados cerrando los suministros bélicos de Irán a Rusia, e impidiendo que ese régimen teocrático y fanático se convierta pronto, en una potencia atómica. De no lograr ese objetivo, Dios nos pesque confesados y ¡ojo con el Armagedón!

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