martes, septiembre 3, 2024
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Desempleo de 3,7% oculta pésima calidad del trabajo

“Preguntando se llega a Roma”, el domingo, al recorrer varias calles y avenidas donde se realiza la Feria de la 16 de Julio en El Alto, adquirí un jugo de coco y pregunté a la vendedora lo siguiente: ¿Por qué vende jugo de coco en las calles si el gobierno informó que bajó el desempleo? Ella me respondió “no hay trabajo (…) el gobierno habla, pero eso es mentira”.
Según el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, el desempleo urbano entre 2021 y junio de 2023 bajó del 11,1% al 3,7%, es decir, hubo una caía de 7,4 puntos. A su vez, el ministro de Planificación del Desarrollo, Sergio Cusicanqui, dijo que la desocupación existente en el país es la más baja de la región, a pesar del contexto desfavorable para Bolivia.
La cifra puede ser útil para mencionar que las políticas económicas aplicadas fueron acertadas, lo cual redujo el desempleo. Sin embargo, el dato oficial no señala las características cualitativas o la calidad del empleo existente en el área urbana y no se menciona cuál es la situación en el área rural.
Además, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la Población Económicamente Activa (PEA) hasta junio de 2023 alcanzó a 6.631.073 habitantes, de los cuales 4.431.932 corresponden al área urbana. El 3,7% de desocupados en el área urbana representan al menos a 166.906 bolivianos que no tienen fuente laboral ni actividad acorde a las cifras del gobierno, es decir, de cada 10 personas, cuatro no tienen trabajo en las ciudades.
Los datos oficiales son útiles para levantar el optimismo en una clase universitaria o para la propaganda, pero la realidad boliviana es otra, donde la informalidad en la economía alcanza el 85% y el empleo tiene un rostro que se caracteriza por ser precario, inestable, con sueldos que están por debajo del salario mínimo nacional, trabajos por 10 o 14 horas de actividad diaria, no se cuenta con seguro de salud, no se realiza el aporte para la jubilación ni se aplica la Ley General del Trabajo.
El subempleo existente no sólo se caracteriza por empleos precarios, sino porque los trabajadores que se formaron en una especialidad trabajan en otras actividades, por ejemplo, licenciados en turismo o comunicación social que desempeñan labores de choferes o vendedores en ferias. Esta es la otra cara del desempleo urbano del 3,7% que resalta el gobierno, lo cual no se menciona y demanda una interpelación sobre la calidad del empleo y su impacto en la satisfacción de las necesidades básicas de las familias de escasos recursos.
La mayor parte de ese descenso en el desempleo está en las ferias, con rostro de gremialistas que se abastecen de productos del contrabando, pero el gobierno, a través del INE los califica como población ocupada y que forma parte de la reducción del desempleo. Asimismo, la actual situación del desempleo y el subempleo desnuda la falta de políticas de Estado, lo cual se encubre con datos fríos, así como lo hacían los gobiernos de las décadas del 80 y 90.
Es urgente la aplicación de políticas de industrialización con tecnología para generar valor agregado, que absorba mano de obra calificada y no calificada, que no sólo beneficie a los militantes del partido político, sino a todos los bolivianos.
Para este cometido, es necesario un acuerdo público y privado a fin de impulsar el empleo seguro, con salarios dignos, la creación de nuevas empresas, incentivos para el sector del turismo, facilidades para el sector exportador a fin de ampliar los volúmenes y su oferta, impulsar al agro con tecnología de forma integral y la industrialización de los recursos naturales.

El autor es periodista.

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