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El cuervo de Boston

Dio inicio a su carrera literaria en el año 1827 con “Tamerlán y otros poemas”, un poemario de cuarenta páginas y apenas cincuenta ejemplares, publicación que fue sustentada con sus propios recursos; a pesar de no recibir la atención merecida por parte de los críticos de la época, Edgar Allan Poe, ya comenzaba a manifestar su talento literario con apenas 18 años de edad.
Nació en el mes más frío de Boston, Estados Unidos, un 19 de enero de 1809; marcado por la crueldad del destino, su padre falleció en 1810 y su madre un año después, presagiando una vida llena de duelos y quebrantos. Al quedar huérfano siendo muy pequeño, fue acogido por una familia pudiente de Richmond, Virginia, adoptando el apellido Allan.
Después de cursar la Carrera de Literatura y Lenguas en la Universidad de Virginia, y de enrolarse por corto tiempo en el ejército, Edgar decidió convertirse en crítico literario, escribiendo relatos cortos en periódicos de la época, hasta llegar a conseguir buena fama, gracias a su estilo mordaz e intrigante.
Por causa de su trabajo anduvo por varias ciudades, recorriendo Filadelfia, Nueva York, hasta asentarse en Baltimore; lugar donde contrajo matrimonio con Virginia Clemm, fue en esa ciudad de veranos húmedos e inviernos frescos donde hizo de “El cuervo” su poema insigne. En 1847 murió su mujer, víctima de la peste blanca, llevándose consigo la esperanza y todos los sueños del gran escritor.
El 7 de octubre de 1849, el maestro de la novela policiaca dejaría este mundo, con tan sólo cuarenta años de edad; hasta el día de hoy se desconoce la causa, ya que existen muchas versiones de su deceso, desde teorías médicas que indican que sufrió una congestión cerebral, daño hepático por alcohol, problemas mentales; rabia, gripe, e inclusive teorías conspirativas que apuntan a un asesinato.
Lo cierto es que el bostoniano, fue un escritor y poeta legendario, autor de relatos oscuros colmados de belleza exótica; nutrió su intelecto a base de obras literarias que le dieron una influencia diversa, y un bagaje cultural amplio, inspirándose básicamente en la novela gótica inglesa y alemana, sacó provecho de exponentes como Horace Walpole, Ann Radcliffe, Friedrich de la Motte Fouqué, E. T. A. Hoffmann, por nombrar algunos.
Eterno enamorado del arte de la escritura, también se dejó cautivar por la poesía, apreciando el trabajo de Lord Byron, Percy Bysshe Shelley, Samuel Taylor Coleridge y Alfred Tennyson. El príncipe del misterio, nos dejó un legado imperecedero, poemas como “Las campanas”, “El valle de la inquietud”, “Annabel Lee”, y cuentos como “El escarabajo de oro”, “Los crímenes de la calle Morgue”, “El gato negro”, reflejan el exquisito ingenio de Poe.
Muchas veces difamado, señalado como perturbado, libertino y degenerado, pura especulación de gente necia, lo cierto fue que Edgar Allan Poe era un gran hombre, uno más en la lista de los genios incomprendidos, pues “todavía no se ha resuelto la cuestión de si la locura es o no la forma más elevada de la inteligencia […]. Aquellos que sueñan de día conocen muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche”.

El autor es Comunicador, poeta, artista.

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