martes, septiembre 3, 2024
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La concepción del ser humano en Tomás de Aquino y Agustín de Tagaste

Por: Equipo editor

 

Tomas de Aquino nació en el Castillo de Roccasecca en 1225, realizó sus primeros estudios en el monasterio de Motecasino. Sus padres al cumplir 14 años lo llevaron a Nápoles, donde estudió las siete artes liberales (ramas del conocimiento dictadas en la Edad Media), que se encontraban divididas en dos grupos, en el primero se encontraban: la gramática, la retórica y la dialéctica; el segundo comprendía: la aritmética, geometría, astronomía y la música (disciplinas matemático – físicas, que eran conocidas como las artes reales o physicae).

 

  1. El pensamiento antropológico de Tomás de Aquino

 

Según Tomas de Aquino, la concepción del ser humano, está basada en la concepción aristotélica. Y sostiene la idea de que el ser humano es un compuesto sustancial de alma y cuerpo, representando así, el alma como la forma y el cuerpo como la materia de dicha sustancia. Santo Tomás, afirma que la unidad hilemórfica (teoría filosófica ideada por Aristóteles y seguida por la mayoría de los escolásticos), indica que todo cuerpo se halla constituido por dos principios esenciales que son la materia y la forma del ser humano, constituyendo una unidad en la que existe una única forma sustancial, el alma racional, que comunica inmediata y directamente a la materia prima formando el compuesto «hombre».

 

Resulta evidente para Aquino que lo primero por lo que el cuerpo vive es el alma, puesto que la relación del alma y el cuerpo es una relación natural, no una situación forzada y antinatural, siendo así que no se puede interpretar la interdependencia entre el alma y el cuerpo como un castigo para el alma. Santo Tomás al ver la necesidad de explicar la inmortalidad del alma, afirmó que en ella existen ciertas facultades que le pertenecen como tal y que no dependen para nada de su relación con el cuerpo.

 

1.1 El libre albedrío y la inmortalidad

 

El libre albedrío no es algo diferente de la voluntad, sino la voluntad en el ejercicio de la elección de los medios para conseguir su fin, es decir, es la capacidad por la cual un “hombre” es capaz de juzgar libremente, en cuanto a la elección de los medios, que le permiten alcanzar el fin de su conducta.

 

Santo Tomás afirmó la inmortalidad individual, apoyándose en su inmaterialidad, mencionando: “el alma es inmaterial, luego no es corruptible, luego es inmortal” Un argumento similar al que ya había utilizado Platón.

 

La inmortalidad, puede derivarse de una prueba del deseo que naturalmente tiene cada ser de existir, según su modo de ser, ya que el deseo en los seres inteligentes es consecuencia del conocimiento. Los sentidos no conocen el ser, sino un lugar y tiempo determinados, pero el entendimiento los conoce definitivamente y en toda su duración. Por lo que todo ser dotado de entendimiento desea, por su naturaleza misma, existir siempre.

 

1.2 Teoría del conocimiento

 

Para la filosofía clásica el problema del conocimiento se produce en relación a otros problemas, de los cuales es necesario aclarar en qué consiste conocer. En el caso de Santo Tomás esos problemas serán esencialmente teológicos y psicológicos.

 

Partiendo de la noción en que todo nuestro conocimiento comienza con los sentidos, Santo Tomás se encuentra de acuerdo con los planteamientos fundamentales del Estagirita (ciudad de macedonia). El alma, que posee el hombre al nacer, es una “tabula rasa” en la que no hay contenidos impresos. Los objetos del conocimiento causan la actividad de los órganos de los sentidos, produciendo la sensación como un acto del compuesto humano, del alma y del cuerpo. Por lo tanto, para que haya conocimiento es necesario la acción conjunta de ambos.

 

El objeto del reconocimiento intelectivo es la forma, lo universal; pero esa forma sólo puede ser captada en la sustancia. Por lo tanto, es necesario que la entidad concreta e individual (sustancia), sea captada mediante los sentidos, para poder ofrecer al entendimiento su objeto propio de conocimiento. Es así que esta actividad primaria es realizada por los sentidos, que en colaboración con la imaginación y la memoria, producen una imagen sensible (idea) de la sustancia, que sigue siendo una imagen concreta y particular. Sobre esa imagen actuará el entendimiento agente, dirigiéndose a ella para abstraer la forma o lo universal, la “especie inteligible”, produciendo en el entendimiento paciente la “species impressa” que es la idea y que a su vez producirá la “species expressa”, que es el concepto universal o “verbum mentis”.

 

Por lo tanto, el proceso de abstracción consiste en separar intelectualmente lo universal, y su consecuencia es la necesidad de tomar como punto de partida la experiencia sensible en todo conocimiento. Siendo de esta manera que el objeto del verdadero conocimiento es la forma, lo universal y no lo particular.

 

Santo Tomas en el conocimiento de las cosas divinas, adoptó el método «a posteriori» para demostrar de la existencia de Dios a través de las cinco vías.

 

Para Santo Tomás, no es posible tener en esta vida un conocimiento directo de los ángeles y Dios. El conocimiento de estas sustancias sólo se puede obtener por analogía, en la medida en que podamos tener un conocimiento de los principios y de las causas del ser.

 

1.3 Ética y Política

 

Santo Tomás está de acuerdo con Aristóteles en “la concepción teleológica de la naturaleza y de la conducta del hombre”, ya que sostiene que toda acción tiene un fin, y ese fin es el bien de una acción. Hay un fin último donde se dirigen todas las acciones humanas, y ese fin Aristóteles lo llama la felicidad. Siendo de esta manera que el objeto del verdadero conocimiento es la forma, lo universal y no lo particular.

 

Por lo tanto, para Santo Tomás, la felicidad que el hombre puede alcanzar sobre la tierra, es una felicidad incompleta, la verdadera felicidad se encuentra en el deseo mismo de contemplar a Dios, no simplemente como causa primera, sino tal como es él en su esencia.

 

Santo Tomás, distingue dos clases de virtudes: las morales y las intelectuales. Por virtud, entiende un hábito selectivo de la razón que se construye mediante la repetición de actos buenos y por lo tanto consiste en un término medio de conformidad con la razón. A la razón, le corresponde dirigir al hombre hacia su fin y el fin del hombre será acorde a su naturaleza. Al igual que ocurría con Aristóteles, la actividad propiamente moral recae sobre la deliberación, es decir, sobre el acto de la elección de la conducta.

 

En cuanto a la política para Santo Tomás la sociedad es el estado natural de la vida del hombre, por lo tanto, el hombre es por naturaleza un ser social, nacido para vivir en comunidad con otros hombres. Santo Tomas asigna al hombre un fin trascendente, con lo que reconoce el papel importante de la Iglesia en la organización de la vida del hombre. Y la del estado que debe procurar el bien común, legislando de acuerdo con la ley natural. Las leyes contrarias a la ley divina deben rechazarse y no es lícito obedecerlas, marcándose claramente la dependencia de la legislación civil, respecto a la legislación religiosa.

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