domingo, julio 7, 2024
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La composición de un argumento corto

Segunda Parte

Recordemos que…

Extraemos el primer capítulo del libro Las claves de la argumentación del escritor, profesor y filósofo estadounidense Anthony Weston quien nos ofrece siete reglas generales para componer argumentos cortos.

  1. Sea concreto y conciso

Evite los términos generales, vagos y abstractos. “Caminamos horas bajo el sol” es infinita-mente mejor que “Fue un prolongado período de esfuerzo laborioso”. Sea conciso también. La elaboración densa sólo hace que el lector —e incluso el autor— se pierda en un mar de palabras.

NO:

Para aquellos cuyos papeles involucraban primariamente la realización de servicios, a diferencia de la adopción de las responsabilidades de líder, la pauta principal parece haber sido una respuesta a las obligaciones invocadas por el líder que eran concomitantes al estatus de miembro en la comunidad societaria y a varias de sus unidades segmentales. La analogía moderna más próxima es el servicio militar realizado por un ciudadano normal, excepto que al líder de la burocracia egipcia no le hacía falta una emergencia especial para invocar obligaciones legítimas.

Sí:

En el antiguo Egipto, la gente común estaba sujeta a ser reclutada para el trabajo.

  1. Evite un lenguaje emotivo

No haga que su argumento parezca bueno caricaturizando a su oponente. Generalmente las personas defienden una posición por razones serias y sinceras. Trate de entender sus opiniones aun cuando piense que están totalmente equivocadas. Una persona que se opone al uso de una nueva tecnología no está necesariamente en favor de “un retorno a las cavernas”, por ejemplo, y una persona que cree que la evolución no es afirmar que su abuela era un mono. Si usted no puede imaginar cómo podría alguien sostener el punto de vista que usted está atacando, es por-que todavía no lo ha entendido bien.

En general, evite el lenguaje cuya única función sea la de influir en las emociones. Este es un ejemplo de “lenguaje emotivo”.

Tras permitir que sus antaño orgullosos trenes de pasajeros cayeran vergonzosamente en el olvido, América está moralmente obligada a restablecerlos ¡ya!

Supuestamente éste es un argumento para restablecer (más) el servicio de los trenes de pasajeros. Pero no ofrece ninguna prueba para llegar a esa conclusión sea cual sea, tan sólo unas cuantas palabras con una gran carga emocional palabras gastadas, también, como las de un político autómata. ¿El tren de pasajeros “cayó en el olvido” por algo que “América” hizo o dejó de hacer? ¿Qué tiene esto de “vergonzoso”? Muchas instituciones “antaño orgullosas” dieron al traste y, al fin y al cabo, no estamos obligados a restablecerlas todas. ¿Qué significa que América está “moralmente obligada” a hacer esto? ¿Se han establecido y quebrantado las premisas? ¿Por parte de quién?

Estoy seguro de que se puede hablar mucho de restablecer los trenes de pasajeros, especialmente en esta era en que los costes ecológicos y económicos de las autopistas están alcanzando niveles enormes. El problema es que este arguento no lo dice. Deja que las connotaciones des palabras hagan todo el trabajo y, por esta razón, no funciona en absoluto. Al final acabamos exactamente en el punto de partida. Cuando sea su turno y le toque a usted, remítase a las pruebas.

  1. Use términos consistentes

Los argumentos dependen de conexiones entre las premisas y la conclusión. Porta razón es crucial utilizar un único grupo términos para cada idea.

No:

Si usted estudia otras culturas, entonces comprenderá que hay una diversidad de costumbres humanas. Si entiende la diversidad delas prácticas sociales, entonces cuestionará sus propias costumbres. Si le surgen dudas acerca de la manera en que tiene que actuar, entonces se volverá más tolerante. Por lo tanto, si amplía su conocimiento de antropología, entonces será más probable que acepte otras personas y prácticas sin criticarlas.

Sí:

Si usted estudia otras culturas, entonces comprenderá que hay una diversidad de costumbres humanas. Si comprende que hay una diversidad de costumbres humanas, entonces cuestionará sus propias costumbres. Si cuestiona sus propias costumbres, entonces se volverá más tolerante. Por lo tanto, si usted estudia otras culturas, entonces se volverá más tolerante.

En ambas versiones, cada una de las frases tiene la forma “Si X, entonces Y”. Pero fíjese en las diferencias.

La segunda versión (“sí”) es de una claridad meridiana porque la “Y” de cada premisa es exactamente la “X” de la siguiente. La “Y” de la primera es exactamente la “X” de la segunda, la “Y” de la segunda es exactamente la “X” de la tercera, y así sucesivamente. (Vuelva atrás y relea.) Éste es el motivo de por qué el segundo argumento es fácil de leer y entender: forma una especie de cadena.

No obstante, en la primera versión (“No”), la “Y” de la primera premisa sólo es aproximadamente la “X” de la segunda, la “Y” de la segunda sólo aproximadamente la “X” de la tercera, y así sucesivamente. Aquí, cada “X” e “Y” está escrita como si el autor hubiera consultado un diccionario en cada oportunidad. “Más tolerante” en la tercera premisa, por ejemplo, está escrita en la conclusión como “es más probable que acepte otras personas y prácticas sin criticarlas”. Como resultado de ello, el argumento pierde la obvia conexión entre las partes que lo componen y que podrían hacerlo esclarecedor  y persuasivo. El escritor presume de sí mismo, pero el lector que no tiene el privilegio de conocer la estructura del argumento desde el inicio se queda sin saber qué pensar.

  1. Use un único significado para cada término

La tentación opuesta es usar una sola palabra en más de un sentido. Ésta es la falacia clásica de la “ambigüedad”.

Las mujeres y los hombres son física y emocionalmente diferentes. Los sexos no son “iguales”. Entonces, y por lo tanto, el derecho no debe pretender que lo seamos.

Este argumento puede parecer plausible a primera vista, pero opera con dos sentidos diferentes de “igual”. Es verdad que los sexos no son física y emocionalmente “iguales”, en el sentido en el que “igual” significa, simplemente, “idéntico”. “Igualdad” ante la ley, sin embargo, no significa “física y emocionalmente idénticos”, sino más bien, “merecer los mismos derechos y oportunidades”. Entonces, una vez reescrito el argumento con los dos sentidos diferentes de “igual” previamente aclarados, queda:

Las mujeres y los hombres no son física ni emocionalmente idénticos. Por lo tanto, las mujeres y los hombres no merecen los mismos derechos y oportunidades.

Esta versión del argumento ya no utiliza de manera ambigua el término “igual”, pero todavía no es un buen argumento, tan sólo es el mismo argumento original e insuficiente, pero con su insuficiencia al descubierto. Una vez eliminada la ambigüedad, aparece con claridad que la conclusión de ese argumento no se apoya en, ni está vinculada incluso a, la premisa. No se ofrece ninguna razón para mostrar que las diferencias físicas y emocionales deban tener algo que ver con los derechos y oportunidades.

A veces estamos tentados de dar respuestas equívocas utilizando una palabra clave de manera vaga. Considere la siguiente conversación:

A: ¡En el fondo, todos somos nada más que egoístas!

B: Pero ¿y Juan?; ¡mira cómo se dedica a sus hijos!

A: Sólo hace lo que realmente quiere hacer: ¡aun eso es ser egoísta!

Aquí el significado de “egoísta” cambia de la primera afirmación que hace A, a la segunda. En la primera afirmación entendemos que “egoísta” significa algo bastante específico: el comportamiento codicioso, egocéntrico, al que ordinaria-mente denominamos “egoísta”. En la respuesta de A a la objeción de B, A amplía el significado de “egoísta” para incluir también comportamientos aparentemente no egoístas, extendiendo la definición simplemente hasta “hacer lo que realmente quiere hacer”. A mantiene sólo la palabra, pero ésta ha perdido su significado específico, original.

Una buena manera de evitar la ambigüedad es definir cuidadosamente cualquier término clave que usted introduzca: luego, tenga cuidado de utilizarlo sólo como usted lo ha definido. También puede necesitar definir términos especiales o palabras técnicas. (…)

 

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