El desempleo es el problema mayúsculo que aflige a la población nacional. Esta afirmación encuentra su asidero en los resultados que obtuvo la encuesta “1000 bolivianos dicen”, publicados, recientemente, por el Decano de la Prensa del país. “Los bolivianos no están del todo optimistas. Están preocupados por la falta de trabajo. Por el desempleo” (1), se dice en las conclusiones de la consulta.
Tal preocupación es recurrente. Particularmente entre los jóvenes que, pese haber logrado formación académica, muchas veces con mucho sacrificio, no han logrado empleo para desempeñarse de acuerdo con sus aptitudes profesionales. Solo quienes tienen la bendición de los omnipotentes, están bien colocados, como siempre, en las empresas públicas y en la administración del Estado, donde medran a costa del erario nacional. Viven en Jauja, los demás en la estrechez. Un aval político sirve de mucho en nuestro medio. Son unos cuantos, por lo visto, quienes disfrutan en democracia, mientras los más solo son convocados para votar. Para elegir a quien nunca tuvieron la ocasión de conocer.
La pandemia ha destruido numerosas fuentes de trabajo. Ha frustrado las esperanzas de mejores días, de amplios sectores sociales. Actualmente “el 80% trabaja en la economía informal, es decir 3,6 millones de personas sobreviven en el sector, pues no tienen empleo, sino una ocupación precaria” (2), según el economista y docente universitario, Gonzalo Chávez. El empleo aún no ha logrado recuperarse, por los problemas internos y externos, y se teme mayor complicación en el futuro. Continúa escaseando y no sabemos hasta cuándo. Pese a los discursos de ciertos políticos, en función de gobierno, quienes reiteran que se generaron fuentes de trabajo. Que en Bolivia la desocupación es de 3,75%. Pero tales aseveraciones suenan, muchas veces, a demagogia.
En consecuencia: el comercio informal, que rebasa calles, avenidas y plazas, parece que fuera la única opción para sobrevivir, en tiempo de vacas flacas. Crece esa actividad enormemente, en el interior de nuestras fronteras, obstruyendo, inclusive, la circulación en puertas de establecimientos educativos; en los alrededores de la plaza Murillo y la pasarela de la Pérez Velasco, por dar algunos ejemplos. Ahí está el rostro del comercio informal, promovido por adultos, jóvenes y niños, que no reciben beneficio social alguno, ante la indiferencia e insensibilidad, de las autoridades respectivas.
En suma: es necesario e imperioso crear empleo, sea quien fuere el gobierno de turno, en democracia, a fin de ofrecer bienestar al conjunto ciudadano que ni durante la bonanza económica tuvo la suerte de vivir mejor. Solo unos cuantos engordaron sus carteras y la mayoría nada.
NOTAS
(1) “Bolivianos preocupados por falta de trabajo y alto costo de productos”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 18 de octubre de 2023.
(2) “Falta de información económica eleva el riesgo país de Bolivia”. EL DIARIO, 21 de octubre de 2023.