jueves, julio 25, 2024
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La nacionalización de minas, según Víctor Paz Estenssoro

En este artículo se transcribe la opinión del expresidente Víctor Paz Estenssoro acerca de las causas y procedimientos que utilizó su partido, el MNR, en octubre de año 1952, para la nacionalización de la gran minería del estaño. Este texto fue extraído del libro “Víctor Paz Estenssoro, una biografía política”, escrito por el destacado historiador norteamericano Josep Holtey. Ese libro contiene una entrevista que realizó al expresidente Paz Estenssoro, la cual es una de las más extensas y completas que realizó. En la parte relacionada con la nacionalización de minas, expresa:

“De acuerdo al anuncio que hice en el primer discurso al llegar a La Paz, constituimos una comisión presidida por Manuel Barrau para que estudiara la nacionalización de las minas, como debía realizarse. Esta comisión trabajó arduamente y presentó un estudio en cuatro gruesos volúmenes sobre la situación que había en las minas, como se había explotado a Bolivia, todos los diferentes aspectos y entregó los resultados de sus estudios al gobierno.

Se desató una presión diplomática muy grande contra la nacionalización de las minas. Especialmente de parte de las embajadas de los estados Unidos y la Gran Bretaña. ¿En contra? En contra, una serie de argumentos, etcétera. Pero nosotros teníamos una decisión que era fruto de la experiencia del gobierno de Villarroel.

En la época del gobierno de Busch se había intentado simplemente que el país obtuviera un mayor aprovechamiento en las explotaciones de las minas y los dos Gobiernos terminaron trágicamente con la acción desarrollada por las compañías mineras moviendo elementos políticos de una u otra forma. Entonces nosotros pensamos que había que ir a la nacionalización de las minas con una doble finalidad. Una de orden político que era la recuperación del Estado de su poder de decisión, porque las tres compañías mineras constituían prácticamente un súper Estado que era que formulaba y ejecutaba la política, y sobre toda la política económica de este país.

Nosotros decidimos que había que eliminar ese súper Estado y que el Estado boliviano, con todas sus deficiencias fuera el que realmente hiciera su política. La razón de la finalidad de la reforma, o de la nacionalización de las minas, era procurar el máximo aprovechamiento de esta riqueza para el país. Lo que era un imperativo precisamente por tratarse de una riqueza exhaustiva, que un día tenía que agotarse, entonces nosotros teníamos que hacer que esa riqueza quedara en Bolivia en la mayor proporción posible”.

¿En qué manera desarrolló la ceremonia en Catavi?

Con esas ideas nos mantuvimos firmes en el propósito de nacionalizar las minas, y dándole un carácter simbólico fuimos al campo que le llamábamos de María Barzola en Catavi. Era el campo en el cual, en el año 1942, en diciembre, las fuerzas enviadas por el general Peñaranda habían masacrado a los obreros, precisamente en la manifestación que llevaban a cabo los obreros. La palliri María Barzola llevaba la bandera nacional y cayó acribillada por la metralla envuelta en la bandera boliviana. Entonces en ese campo precisamente firmamos la nacionalización de las minas. Posteriormente realizamos otros actos aquí en La Paz, pero fue fundamental ese.

¿Ustedes conservan estos documentos?   Quedarían en el Palacio de Gobierno es posible que se mantengan en el Palacio en la colección que se llaman los Autógrafos de los Decretos Supremos. La Nacionalización de las minas nos embargó toda la atención del gobierno, porque era realmente una medida de una trascendencia muy grande y con una serie de implicaciones de orden económico, político, social, etcétera. La mina de Patiño era la mina más grande del mundo, ahora a esa mina le agregamos la de Hochschild y la de Aramayo, de modo que el complejo minero era una de las empresas mineras más grandes del mundo, sin lugar a duda.

Entonces crear el aparato técnico y administrativo para eso fue sumamente difícil, sobre todo porque la mayoría de los técnicos, que eran extranjeros, que era una de las cosas que hacían las compañías mineras de no crear capacidad técnica nacional sino contratar simplemente técnicos extranjeros, no quisieron quedarse. Se fueron no obstante que nosotros ofrecimos pagarles los mismos sueldos o mejores sueldos que les pagaban las compañías. Se fueron, por una razón muy sencilla. Desconfiaron que el gobierno pudiera durar, durar la nacionalización de las minas y ellos quedar en una especie de lista negra y no ser ellos después empleados por las otras empresas mineras del mundo. Apenas tres o cuatro ingenieros holandeses se quedaron, todos los demás abandonaron el país. Entonces en base de ellos, fuimos organizando un cuerpo técnico.

Sobre eso se crearon otro tipo de problemas, problemas de carácter social: Lechín y los obreros, sobre todo Lechín que, para conservar su ascendiente, principió a plantear una serie de exigencias de carácter social”.

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