viernes, julio 5, 2024
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Agua, sol y viento

El primer computador electrónico u ordenador fue construido en la Universidad de Pensilvania. Pesaba 27 toneladas, ocupaba 167 metros cuadrados, con 160 Kw. Utilizaba 1.500 conmutadores electromagnéticos; Su programa o software, cuando requería modificaciones, demoraba semanas de instalación manual. Este ordenador elevaba la temperatura del local a 50°C. Todos conocemos los PC actuales, sus dimensiones, capacidad y posibilidades. En pocas décadas se consiguió este enorme avance para la sociedad y al alcance de miles de millones de personas. Ninguno de los sucesos sociopolíticos y económicos actuales sería imaginable sin estos formidables instrumentos.
En el último siglo, y hasta en la actualidad, el control de las fuentes de energía basadas en hidrocarburos, gas y petróleo, causa la mayor parte de las guerras más atroces. El sangriento proceso de colonizaciones en el Siglo XIX fue motivado por el ansia de controlar las materias primas que los países del norte sociológico necesitábamos para mantener este delirante proceso de desarrollo que se está mostrando como inhumano y devastador.
Nos hicieron creer que los países del Tercer mundo, a los que arrebatábamos esas materias primas y mano de obra barata, alcanzarían nuestro nivel cuando lograsen su condición de estar en “vías de desarrollo”. Como si el consumismo descabellado fuera un estadio en el proceso del desarrollo, y no una excrecencia del mismo.
Padecieron millones de seres humanos, se desertificaron centenares de millones de hectáreas, fueron contaminados los mares, el aire y la vida sobre la tierra.
Llegó la energía nuclear y se nos hizo creer que aportaría una energía limpia, duradera y segura. Las catástrofes de Chernóbil en la URSS y de Fukushima en Japón, están demasiado presentes con sus lacerantes resultados.
Se sabía que podríamos aprovechar las energías de fuentes alternativas como el mar, el viento y el sol, cuyas posibilidades son inmensas e inagotables. Pero “no convenía” a los grupos financieros, económicos y políticos desarrollarlas, porque el precio no lo fijaban los mercados sino la escasez y el control de esas materias.
Para colmo, el mar, el viento y el sol, están al alcance de esas muchedumbres que habitan las tierras y mares entre los trópicos. Las gentes más necesitadas, a las que habíamos desprovisto de sus medios tradicionales de vida, son las que más se aprovecharían de esas energías alternativas…
La evolución del primer ordenador digital confirma que es posible transformar los paneles solares en la misma proporción que el de las 27 toneladas a los de 100 gramos actuales en algunos PC o tabletas.
No es fantasía imaginar los inmensos desiertos que circundan la tierra con paneles solares evolucionados, conectados y capaces de proporcionar la energía más limpia a las necesidades de las poblaciones. Resurgirán cultivos, se extenderá la educación general, se dispondrá de recursos sanitarios, de cuidados para las personas mayores y para las dependientes. Podemos, si ponemos los medios, liberarnos de la explotación económica y social, como en tiempos remotos nos liberamos de la esclavitud, de la ignorancia y de los fanatismos ideológicos.

El autor es Profesor Emérito UCM.

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