viernes, febrero 7, 2025
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Los partidos políticos

Los partidos son instituciones representativas de la sociedad. Las que, en democracia, recuperada hace más o menos 40 años, sustentaron encontradas tendencias, en un marco de pluralismo político. En la hora de la verdad, decidieron la suerte del país, con acciones que implicaron avances y, en muchos casos, retrocesos increíbles. En dictadura fueron canceladas sus actividades. En ciertos pueblos de la región, esta realidad, lamentablemente, no ha cambiado.
En consecuencia, los intereses particulares, que revelaron desesperación o angurria por el Poder, tergiversaron el ideario de algunos partidos, de cualquier color o vocación político – ideológica. Echaron por tierra la expectativa que habían creado acá y fuera. Devaluaron su discurso, no solo en épocas electorales. Nos referimos a intereses particulares, obsesiones y devaneos, de quienes han perdido el sentido común y credibilidad, ante la historia y los hombres. De quienes han practicado el oportunismo, para seguir medrando a costa del erario público. De quienes han manejado el instrumento político, a su antojo.
“Cuando los principios ceden a intereses subalternos de personas o de grupos, se desnaturaliza la función de los partidos y se está muy cerca de la anarquía y del caos. Dentro de la democracia, la voluntad colectiva no se puede desvirtuar. Es que la civilización ha dado pueblos como antes la barbarie dio rebaños. Los pueblos se guían o se orientan, no se arrean” (1), sostiene César Barros Hurtado, integrante del Instituto de Derecho Comparado de la Escuela Libre de Altos Estudios de Nueva York.
Los partidos, en ese contexto, fueron minimizados, en las lides políticas, al haber perdido todas las perspectivas, debido que sus dirigentes, de manera interesada y cínica, los utilizaron para sus fines personales. Y sin otra opción, se desmoronaron, poco a poco. Defraudaron a sus seguidores y marcaron, en la historia política nacional, el fin de importantes proyectos. Sucesos que no dejaron de llamar la atención de la opinión pública.
“A los políticos, con pocas excepciones, al parecer solamente les interesa atraer votantes que no cuestionen sus decisiones, aunque éstas sean principalmente para beneficio partidario o personal y momentáneo, sin pensar realmente en el beneficio común” (2), señala el editorial de un medio de circulación nacional. He ahí algunos conceptos, valiosos desde luego, que respaldan el contenido de esta nota periodística.
En suma: los partidos deberían ser conducidos al margen de intereses particulares. Priorizando, básicamente, el bien común. Y al servicio incondicional de la sociedad, a la que se deben, en democracia, restituida en 1982.

NOTAS
(1) César Barrós Hurtado: “Hacia una democracia orgánica”. Editorial Impulso, Buenos Aires – República Argentina, 1943. Págs. 29 y 30.
(2) “Agitación política, sin respeto por el país”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 2 de octubre de 2023.

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