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Hacia una educación sentipensante

Mercy Gladys Mamani Chambi

En el contexto de la educación contemporánea en Bolivia, es fundamental trascender los discursos decoloniales que enfatizan las diferencias entre los individuos. Es crucial reconocer que la educación ya no se trata únicamente de una competencia para aquellos con las calificaciones más altas, sino que también implica aprender a relacionarse y comprender al “otro” que es diferente. En este sentido, el aprendizaje debe basarse en prácticas que fomenten el pensamiento crítico y la apertura a una interacción dialógica con nuestros semejantes, reconociendo que las diferencias representan una valiosa oportunidad para conocernos a nosotros mismos y comprender al otro. Esto implica avanzar hacia un diálogo igualitario e inclusivo.
Siguiendo la perspectiva planteada por Fals Borda, debemos reflexionar profundamente sobre el concepto de “pensar con el corazón y sentir con la cabeza”. Esto nos invita a considerar que el proceso educativo requiere una postura resiliente, donde los individuos deben enfrentar y resolver las contradicciones de la vida. En un contexto educativo en el que se busca superar la hegemonía y los estándares de calidad que han sido confundidos con resultados cuantitativos, surge la propuesta de una educación sentipensante, como un elemento transformador. Esta educación busca mejorar los indicadores de calidad educativa a través de la recuperación de habilidades sociales, afectivas y formativas que promuevan una relación empática y respetuosa con los demás.
Para lograr la efectividad de un proceso educativo sentipensante, es primordial que los maestros adoptemos una postura clara en relación con los objetivos de la calidad educativa. Solo así podremos reestructurar los procesos pedagógicos necesarios para transformar la educación hacia la formación de individuos sentipensantes. Estos individuos no solo se esforzarán por alcanzar una calidad educativa cuantitativa, sino también una calidad educativa cualitativa, basada en la complementariedad con los demás. Este debe ser el verdadero propósito del maestro en la educación. Además, el proceso de enseñanza del maestro también debe ser sentipensante, ya que, para lograr una transformación, primero debemos transformarnos a nosotros mismos. Como afirmó Foucault (2009, p. 97), “¿Para qué enseña un maestro sino es para ser transformado por su propio quehacer?”.
En consecuencia, la enseñanza sentipensante desempeña un papel decisivo en la transformación del maestro y en la consecución de una transformación educativa basada en nuevos estándares orientados hacia la emergencia de una nueva forma de escuela. Esta nueva forma de escuela no se aleja de la tradicional competitividad y cuantificación, sino que se complementa con la calidad educativa cualitativa. En este sentido, enseñar pensando con el corazón y sintiendo con el pensamiento se convierte en una alternativa para mejorar nuestra educación boliviana. El ideal de sujeto educado debe apuntar hacia aquel que siente y piensa en la resolución de los problemas actuales del planeta, demostrando inteligencia y resiliencia.

La autora es Profesora Licenciada.

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