martes, julio 2, 2024
InicioSeccionesOpiniónAbismo entre teoría y práctica

Abismo entre teoría y práctica

Francisco Condori Mamani

Actualmente se evidencia en los centros educativos, que aún los educadores se sienten omnipotentes y dueños de soluciones y recetas mágicas que transformen la humanidad. Es que los educadores han dedicado sus esfuerzos a transmitir conocimientos, a construir edificios conceptuales, olvidando la práctica de lo aprendido.
Para que la acción educativa sea eficaz, para que no se desoriente o se pierda por el camino largo y arriesgado, deberá partir, no de una teoría, sino de una experiencia, de una situación ajena sentida como propia. Para ser educadores no basta que tengamos ideas claras o conocimientos teóricos sobre educación, es fundamental cumplir con una serie de condiciones indispensables, que son, entre otras: el sentirnos afectivamente convencidos de su decisiva utilidad para la construcción de una sociedad más humana; que nos comprometamos afectivamente, tanto con el proyecto de sociedad que queremos construir, como con las personas con las que trabajamos; que creamos en su capacidad de impacto transformador en las vidas de los estudiantes; que tengamos fe en que todos los seres humanos, hasta el último día de nuestras vidas, podemos cambiar y ser mejores personas.
Los educadores debemos revisar a fondo nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes, lo que implica desarrollar la capacidad de mirarnos a nosotros mismos críticamente y la disposición a cambiar aquellos pensamientos, sentimientos o actitudes que hemos ido asimilando en nuestro propio proceso de formación y que son un obstáculo, no solo para lograr nuestro propio desarrollo integral, sino también para el desarrollo de las personas que nos rodean, con las que vivimos o trabajamos. Debemos, también, superar la manía de concentrar la enseñanza y aprendizaje en la palabra y en lo razonable. Es decir, la tendencia a racionalizar las cosas y bloquear la expresión de los sentimientos. Asumiendo conscientemente que este bloqueo es imposible, ya que los sentimientos son, en definitiva, los que nos impulsan al interés y a la acción.
Los educadores debemos reconocer que estamos más acostumbrados a “pensar” que sentir y, lo que es más grave, a ser conscientes de lo que sentimos. “La tragedia de muchos educadores es que han buscado eliminar la compasión y el dolor, educar, no desde el corazón sensible que encuentra los medios pedagógicos adecuados, sino de otras razones y lo único eficaz que han encontrado es anestesiar la lucidez y profundidad del corazón para no sentirlo”.
En conclusión, los educadores debemos transmitir actitudes nuevas y transformar las realidades injustas y solo se puede desde esa misma vulnerabilidad, donde el amor se vive sería y naturalmente. Porque, será inútil decir que no mentimos, habrá simplemente que decir la verdad, ser veraz. Lo eficaz no será predicar la justicia y la tolerancia, sino ser simplemente justos y tolerantes.

ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES