viernes, julio 26, 2024
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Napoleón y las batallas a través del hielo

No existen muchos supervisores de efectos especiales cuyos nombres sean reconocidos, ni siquiera por los cinéfilos. Pero Neil Corbould constituye una excepción. Ampliamente respetado, sus pares le han honrado con un par de premios Óscar (incluyendo uno por su trabajo junto a Ridley Scott en Gladiator).

Corbould no lo dudó ni un segundo cuando fue invitado a sumarse a Napoleón. “Otra cinta épica de Ridley Scott- una de ésas que suponen el sueño de cualquier supervisor de efectos especiales”, dice.

Esta cinta supuso un manojo de desafíos: cañonazos, caballos saltarines, degollamientos… incluso la escena de una batalla en la que los caballos debían caer a través del hielo en un río helado. “Cuando te encuentras en mitad de una batalla, Ridley desea que todo sea un caótico desastre”, dice Corbould. “El público se adentra en la batalla. Más sangre, toses ensangrentadas, tierra y suciedad. Mojar la tierra para que se adhiera a los disfraces; cosas que salen disparadas por todos lados, mucho humo”.

Quizá el momento más brillante para Corbould fue la creación del lago de hielo en el que los caballos del enemigo caen. Napoleón ordena a su ejército bombardear la superficie. Una vez más, la vasta experiencia de los realizadores- sobre todo de Scott y Corbould- proporcionó un nítido camino. “Había hecho algo parecido previamente- una caída en el hielo- pero en un tanque, en un estudio muy cómodo. Aquí tuvimos que hacerlo en el campo de batalla”, dice. “Insistí en que ésta era la mejor manera de hacerlo, y todo mundo me dio la razón”.

Y esta manera consistió, primeramente, en la creación misma del lago de hielo y nieve. “Típico de Ridley- ésta es la nieve más monstruosa jamás creada. Acres y acres”, dice. “Cuando vimos la locación por primera vez, el lugar no era más que un gran campo- doscientos, trescientos acres. La única manera de crear un lago de hielo consistía en cavar agujeros y compactarlo todo- cosa que el equipo de Roger Holden realizó excelentemente- para recrear la superficie de un lago congelado, que mi equipo de hielo y nieve llenó un poco después”.

El maestro ecuestre Daniel Naprous- utilizado siempre por Scott y colaborador del director en cuatro cintas previas- comenta que el secreto estriba en saber lo que un caballo real puede o no hacer, y asimismo en saber en qué momento emplear un caballo mecánico. “Intentamos realizar la mayor parte con caballos reales, dentro de nuestra zona de seguridad”, dice. Bajo las capas de la nieve creada por Corbould, los realizadores colocaron un tapete de hule- parecido al que se utiliza en las áreas de juegos infantiles- a fin de que los caballos pudiesen correr. Y, según Naprous, los caballos verdaderos podían adentrarse en el agua bajando por una rampa; podían ser entrenados para nadar; y podían salir del agua mediante otra rampa.

Pero muchas cosas no podían ser puestas en marcha por caballos reales. Otra solución se hacía imperiosa.

A fin de mostrar a los caballos mientras éstos caen a través del hielo, Naprous pidió ayuda a Corbould, quien implementó caballos mecánicos y construyó un tanque para redondear el efecto. “Cavamos un tanque de treinta por cuarenta en el suelo, y este espacio fungió como nuestra área de efectos especiales, sobre todo en lo que respecta a la gente que cae en el hielo”. Explica Corbould. La fabricación de una trampa coronó el truco. “Y luego, con las ocho cámaras de Ridley, lo capturamos todo en una o dos tomas extrapolables”, dice. “Nos tomó un buen rato acomodar todo para esas pocas escenas, pero obtuvimos material para otras cincuenta o sesenta tomas. Es una manera sumamente eficiente de trabajar”. Con Scott dirigiendo todas esas cámaras, los integrantes del equipo de Corbould tenían que aparecer inevitablemente en las tomas, disfrazados de soldados”.

Otro desafío consistió en la creación del episodio en el que el caballo de Napoleón es impactado por un cañonazo durante una batalla. Esto requería de una plataforma especial; el caballo mecánico debía dar un giro y caer con mucho realismo; debía salpicar sangre por todos lados. “Eso fue muy complicado, porque requería de la combinación de muchas disciplinas: efectos especiales, prótesis, efectos visuales, un titiritero que operara la plataforma. Todos estos departamentos debían conjuntarse en aras de una escena perfecta”, dice Corbould. “Se trataba de la imagen más icónica de Napoleón, en el corazón de la batalla, cubierto de sangre”.

Otra elegante solución consistió en implementar la magia cinematográfica de cuando en cuando. Para el ataque en el puerto de Tolón, la escena requería que los equipos corrieran con escaleras que debían escalar en ciertos momentos. Si así fue como esto ocurrió en realidad, las escaleras eran de madera, por ello, el equipo de Corbould fabricó una de madera de roble. “Ni seis tipos podían con ella, era de lo más pesado”, dice. La solución de Corbould fue crear treinta escaleras de metal, muy ligeras, que grupos de cuatro personas podían cargar sin molestias.

Añadiendo algo de drama a esta escena, el equipo de Corbould creó piezas para explotar en serie en el set. Bajo la dirección de Corbould, estas explosiones imitarían la explosión ensordecedora y flamígera de las balas de cañón auténticas. Pero, en este caso, los golpes son de aire, lo que permitió a los extras y dobles apostarse más cerca de las explosiones.

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