Los nuevos ricos, que medraron del Poder hasta el hartazgo, echarán la casa por la ventana en las fiestas de fin de año. Es que les sobra dinero. Gozaron, en el pasado reciente, que significó el auge gasífero, de sustanciosos haberes y de excelentes aguinaldos. Además de los ingresos extras, sin recibos ni facturas. Y muchos de ellos, a estas alturas, perciben importantes montos de jubilación. Viven sin problemas pecuniarios. He ahí el rédito que lograron, en nombre de los pobres, de los discriminados y de los olvidados. Con la falacia, están muy bien parqueados. La política es, ciertamente, la ciencia del engaño y la mentira.
Los menos favorecidos, de amplios sectores sociales, tienen reducidas posibilidades para celebrar la fiesta del venidero 25 de diciembre, tan mercantilizada en la actualidad. Subsisten pendientes de precios de artículos de la canasta familiar. A esa realidad se suma la pérdida del poder adquisitivo de los sueldos y salarios. Están inmersos, por consiguiente, en la zozobra e incertidumbre.
El acontecimiento navideño fue tergiversado, prácticamente, por el consumo de costosas viandas y costosos regalos, cuyo contexto está lejos de los bolsillos de aquellos. Se impone, de una u otra manera, la ostentación y el despilfarro, como afrenta a quienes tienen poco o nada. A los que siempre estuvieron supeditados a un destino adverso. A una estrechez económica, que no les permitió alcanzar sus objetivos inmediatos.
Tanto en dictadura como en democracia, fueron frustradas, de una manera permanente, sus aspiraciones de mejores días. Han escuchado ofertas, pero no han visto realizaciones. “A nuestra población siempre le hará bien no vivir solo de promesas e ilusiones” (1). Los “salvadores”, de todo tipo y traza, que concurrieron a las lides políticas, antes que salvar a la Patria, la han hundido. De ahí que estuvo inmersa, hoy como ayer, en las necesidades del cotidiano vivir. Sobreviviendo, junto a su numerosa prole, en la austeridad más inconcebible. Muchas veces ajustándose el cinturón al extremo.
Del seno de este conglomerado humano, han surgido los niños y adolescentes de la calle. Una generación que ha perdido el norte, obligada por la adversidad de la vida. Que poco espera, en especial, en la navidad 2023. Posiblemente una taza de chocolate, que distribuirán algunas personas o familias. Y mínimamente un pequeño regalo o alguna prenda de vestir a medio uso. Pero el Estado siempre estará ausente. He ahí el reflejo de nuestros tiempos.
En suma: reiterando los conceptos vertidos por EL DIARIO, Decano de la Prensa Nacional, nos atrevemos a decir: “Las generaciones presentes no debemos dejar de luchar para ofrecer un mejor futuro a los que hoy son niños y jóvenes” (2).
NOTAS
(1) ¿Cuál es la realidad de nuestra deuda externa? EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 26 de febrero de 2023.
(2) “Año de realizaciones con trabajo esforzado”. EL DIARIO, 6 de febrero de 2023.