En la búsqueda constante de sistemas políticos que reflejen los valores fundamentales de la libertad, la igualdad y la participación ciudadana, la democracia ha surgido como una forma de gobierno que aspira a encarnar estos ideales.
La democracia se eleva sobre la base de la libertad individual. Este valor cardinal implica el derecho inherente de cada individuo a expresar sus opiniones, participar en la toma de decisiones y vivir sin temor a la opresión. La libertad en la democracia no es simplemente la ausencia de restricciones, sino la capacidad de cada ciudadano para forjar su propio destino y contribuir al desarrollo colectivo.
La libertad no solo se limita a la esfera política, sino que abarca la libertad de pensamiento, expresión y elección en todos los aspectos de la vida cotidiana. En este sentido, la democracia se convierte en un catalizador para la realización plena de la libertad individual y colectiva.
Otro pilar esencial es la igualdad, una aspiración fundamental de la democracia. La igualdad no solo se refiere a la igualdad ante la ley, sino a la creación de condiciones que permitan a todos los ciudadanos participar plenamente en la sociedad, independientemente de su origen, género, religión u orientación.
La democracia, debe esforzarse constantemente por reducir las disparidades económicas y sociales, garantizando que todos tengan acceso a oportunidades educativas, laborales y de participación política. La igualdad se convierte así en un faro que guía el desarrollo de políticas y prácticas que buscan superar las barreras que podrían obstaculizar el camino hacia una sociedad más equitativa.
La importancia de la participación ciudadana como un valor democrático es fundamental. Más allá de ejercer el derecho al voto, la participación implica involucrarse activamente en la vida pública, contribuir a la formación de políticas y tener una voz significativa en las decisiones que afectan a la comunidad. La participación ciudadana no solo es un derecho, sino una responsabilidad compartida que fortalece la legitimidad de las instituciones democráticas. La democracia, avanza cuando los ciudadanos son agentes activos en la construcción y el mantenimiento de la sociedad en equilibrio.
Asimismo, el pluralismo y la tolerancia son esenciales en el contexto de los valores democráticos. La democracia genuina no solo tolera la diversidad, sino que la celebra como un activo invaluable. El respeto a las opiniones divergentes y la capacidad de abordar pacíficamente los desacuerdos son vitales para el funcionamiento saludable de una democracia robusta.
En Bolivia, los valores democráticos son pilares fundamentales que sustentan la convivencia política y social, en ese orden de cosas, la participación ciudadana se erige como algo primordial, promoviendo elecciones libres y transparentes, así como la expresión diversa de opiniones (aunque no siempre es considerada ni menos bienquista). La riqueza de la diversidad étnica y cultural es reconocida y respetada, alimentando un enfoque pluralista que busca inclusión y equidad. La libertad de expresión se consagra como un derecho fundamental reconocida en la Constitución Política del Estado, a la vez se cuenta con un sistema judicial seriamente cuestionado que tiene la obligación de velar por la igualdad ante la ley y la protección de los derechos humanos. La rendición de cuentas y la transparencia en la gestión pública todavía son asignaturas pendientes. En este contexto, la educación cívica emerge como una herramienta clave para fortalecer la participación activa de los ciudadanos, contribuyendo así a la construcción y preservación de una democracia sólida.
Para finalizar, los valores democráticos no son meramente principios abstractos, sino guías que informan la construcción y evolución de sociedades justas y equitativas. La democracia, entendida a través de la lente de estos valores, se convierte en un proyecto colectivo en el que cada ciudadano es un arquitecto activo, contribuyendo a la edificación de una comunidad que respeta la libertad, busca la igualdad y fomenta la participación ciudadana. En este horizonte democrático, los valores no son solo ideales, sino cimientos sólidos que sustentan la estructura misma de un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
El autor es politólogo-abogado y docente universitario.
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