Jeanneth Claudia Gutiérrez Fernández
Desarrollar habilidades de comprensión lectora en cualquiera de los niveles educativos, se ha convertido en una constante de parte de maestras y maestros. Esta situación se hace evidente en las aulas al ser identificada la ausencia de hábitos de lectura, que no se los ha motivado desde las edades más tempranas, lo que en el nivel secundario se manifiesta, con mayor énfasis, cuando se identifica dificultades de aprendizaje en las diferentes áreas de saberes y conocimientos. Su consecuencia es que los estudiantes no están comprendiendo lo que leen y mucho de lo que escriben es solo copia de los textos de aprendizaje o de cualquier otro material proporcionado.
Al respecto, estudios e investigaciones demuestran cómo esta realidad está presente en diferentes contextos del mundo, pero a la vez varias intervenciones pedagógicas han sido realizadas, destacando la importancia de motivar al estudiante para la lectura, a partir de diferentes estrategias, las mismas que pueden ser muy atractivas. Sin embargo, existe un factor que solo algunos autores han tomado en cuenta, se trata de que el gusto por la lectura no surge ni se desarrolla a partir de la imposición. Al respecto, Rubén Silva, citado por Bustillo, G., menciona que no se debe obligar a los lectores ni a leer ni a hablar sobre lo leído, evitando censurar sus lecturas (2009, pág. 84).
Esta recomendación es un factor que no siempre es tomado en cuenta en el momento de trabajar en el aula, pues es sabido que las lecturas que se van a desarrollar normalmente están seleccionadas por los docentes o, en otros casos, ya vienen establecidas por textos escolares, incluyendo los del Ministerio de Educación. Esta es la situación por la que se necesita cuestionar y reflexionar.
Es así cómo se identifica la estrategia de trabajo de acompañamiento oportuno y adecuado para el desarrollo de la lectura comprensiva, tomando en cuenta la realidad, el contexto y los intereses de los estudiantes en el momento de presentarles diferentes lecturas. Las mismas que, en primer lugar, deben ser del interés de los estudiantes, identificadas a partir de un diagnóstico. En este proceso de identificación, juega un rol importante la participación proactiva del maestro o maestra, quien, desde el conocimiento y la comprensión del contexto y la realidad de los estudiantes, hace posible contar con lecturas cortas, que sean atractivas para los estudiantes y que principalmente tengan un objetivo pedagógico. Toda esta dinámica de trabajo permite reconocer cómo la intervención docente oportuna, cuando son identificadas limitaciones y dificultades pedagógicas, puede transformar realidades educativas que limitan la formación integral y holística que se pretende desarrollar de acuerdo con la Ley 070.
De esta forma es posible identificar el impacto de un proceso de acompañamiento oportuno y adecuado, impacto que visiblemente demuestra la importancia de responder con acciones educativas concretas a las diferentes dificultades pedagógicas por las que los estudiantes pueden estar atravesando. Además, esta intervención requiere de docentes con características particulares, lo que permite identificarlos como agentes de cambio.
Finalmente, se debe considerar que el proceso de aprendizaje va más allá de la transmisión de conocimientos, centrando el esfuerzo e interés mayor en el desarrollo de habilidades y capacidades, como la comprensión lectora, que influyen en el aprendizaje de las diferentes áreas de saberes y conocimientos. Y, por lo mismo, requieren ser trabajadas en comunidad, evitando delegar este trabajo solo al área de Lenguaje y Comunicación, como normalmente ocurre.