Se proyectan mayor número de electrolineras para el 2024, con el objetivo de apoyar la electromovilidad, clave para la diversificación de la matriz energética, en un momento en que Bolivia bajó su producción de gas y ahora se convirtió en neto importador de hidrocarburos.
La electrificación del transporte, un factor clave para la diversificación de la matriz energética de Bolivia, dio un paso fundamental con las electrolineras, estaciones de carga que son parte de la vanguardia ambiental de la industria vehicular, que busca reducir sus emisiones de dióxido de carbono provenientes de la quema de combustibles fósiles.
En el mundo, la electrificación del transporte es crucial para alcanzar las metas de disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero y así lo han entendido los grandes fabricantes de vehículos, que están en plena carrera por construir unidades con mayor autonomía y más accesibles para los usuarios.
Esa competencia está causando un descenso constante de los precios de los motorizados eléctricos en los mercados internacionales, montos que serán similares a los de los convencionales alrededor de 2025, proyecta Schneider Electric, especialista en automatización y gestión eficiente de la energía, que también calcula que el 30% de las ventas mundiales de vehículos de pasajeros serán totalmente eléctricas para el 2030.
Así, al ser la electromovilidad una tendencia global, se comenzaron a superar en varios países desafíos como la infraestructura de carga, el marco normativo y la seguridad, entre otros.
Y Bolivia no es la excepción. En julio de 2021 se promulgó el Decreto 4539, que otorga incentivos tributarios y financieros para la fabricación, ensamblaje e importación de coches eléctricos e híbridos, así como de maquinaria agrícola eléctrica e híbrida. Como parte de este impulso, se planificó la construcción de una red de estaciones de carga, para facilitar la transición y garantizar la accesibilidad a los usuarios.
La primera electrolinera del país, denominada EV link by Schneider Electric, se inauguró en septiembre de 2021. Hoy, casi al cierre de 2023, hay ya 17 instaladas en el eje troncal, en puntos estratégicos. Todos estos centros de carga, fruto de una alianza público-privada, permiten que cualquier tipo de vehículo eléctrico pueda cargarse plenamente en menos horas, tiempo en el cual el conductor puede realizar sus trámites, compras o actividades de esparcimiento.
El tiempo para alcanzar una carga plena dependerá del nivel de carga que tenga la batería, pero, para acelerar el proceso, las electrolineras disponen de dos tipos de carga: normal y rápida.
“Se espera que el 2024 sea mayor la cantidad de estaciones de carga de vehículos eléctricos, ya que éstas pueden ser públicas”, instaladas por entidades nacionales y departamentales, “o privadas”, ubicadas en edificios, condominios o casas particulares, el gerente Comercial de Schneider Electric para Bolivia, adelantó Enrique Aillón.
La confianza del ejecutivo está bien fundamentada, al igual que las ventajas de tener un vehículo eléctrico. Los estudios muestran que estos coches no solo no emiten gases contaminantes durante su funcionamiento, sino que son –a largo plazo– más económicos que los convencionales. Un auto eléctrico puede recorrer 100 kilómetros gastando solo el 50% del dinero que usa un auto a combustión en cubrir ese mismo espacio.
La duración de las baterías ha sido otro aspecto de preocupación para los usuarios, pero en su carrera por un mayor desarrollo los fabricantes ya ofrecen garantías de hasta 10 años o 500.000 kilómetros.
“La electromovilidad está ingresando de a poco a nuestro país. Estamos introduciendo los primeros conceptos y acciones para cubrir el ecosistema de esta alternativa sostenible y para fomentar el uso de vehículos eléctricos dentro nuestro territorio”, remarcó Aillón.
En ese marco, será necesario definir tarifas de estímulo para carga de electromotores, de manera que sea más fácil la decisión de cambiar hacia una movilidad eléctrica; y promover programas de formación orientados al mantenimiento técnico de estas unidades.
A futuro, se puede pensar en el establecimiento de un transporte urbano con buses eléctricos mediante modelos de concesión, un proceso que se prevé lento pero necesario. De manera paralela, las empresas inmobiliarias deberán acelerar la incorporación de infraestructuras de carga en sus nuevos proyectos residenciales, atendiendo al creciente interés de los ciudadanos en adquirir vehículos eléctricos.
En Chile ya trabajan buses eléctricos en el transporte público, Colombia también va por este camino, así países de la región dan un paso importante a un cambio de matriz energética y ahora Bolivia deberá acelerar el ingreso a esta tendencia tras la caída de la producción de hidrocarburos.
Anuncian inversiones público-privadas en electrolineras para apoyo a electromovilidad
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