Preocupante derrumbe de la industria nacional

Colapso industrial, alza de la deuda externa, caída de la producción agropecuaria y nuevas tragedias ambientales durante el año que termina son las “delicias” con las que se desayunó el pueblo boliviano el viernes pasado al leer los matutinos nacionales.
Ese panorama sombrío que sobrecoge los ánimos más fuertes de la ciudadanía y que se origina con el régimen populista de Evo Morales, es producto de las medidas adoptadas por los gobiernos masistas desde el año 2006, cuya administración continúa con el gobierno actual, al no saber poner los puntos sobre las íes.
Esa afirmación general es confirmada por datos numéricos de origen en fuentes nacionales y privadas, que señalan los siguientes puntos concretos: en primer lugar, el derrumbe de la economía industrial del país en los últimos años. En efecto, la Cámara Nacional de Industrias ha informado que en el presente año la producción industrial del país llegó sólo al 2 por ciento de crecimiento.
Es más, mientras en 2002 esa actividad tan importante había llegado al 2,2 por ciento en crecimiento, en 2001 había alcanzado un nivel de 3,9 por ciento, lo cual revela que la economía industrial del país se redujo en 1,9 por ciento en tres años, es decir, cerca del cincuenta por ciento. Sin embargo, a esos datos numéricos se debe agregar otros no menos satisfactorios. En efecto, la producción agropecuaria cayó en alrededor del 50 por ciento por la sequía en varias regiones del territorio nacional y otros efectos climáticos.
Por si fuera poco, la deuda externa del país subió en estos años en 45 por ciento, lo cual hace ver que las tuercas de la crisis siguen ajustando por todos lados, pues el país no tiene nivel de producción aceptable, como en el caso del gas, por el agotamiento de los yacimientos y la falta de descubrimiento de nuevos pozos. A eso se agrega el aumento en importaciones de gasolina y diésel, problema que se agrava por el alza de precios en mercados externos.
Los efectos de esas crisis son la pelea interna en el partido de gobierno, que solo muestra síntomas de agravamiento. Y en otros aspectos, el panorama futuro que se vislumbra es escalofriante, aun para el más lego en asuntos de economía doméstica e información política. En todo caso, la conclusión lógica elemental es que la orientación del país requiere un sustancial golpe de timón, que ponga fin a las causas que determinaron ese estado de cosas.