La Navidad es el día en que se celebra la Natividad o el nacimiento de Jesucristo, considerado por la religión cristiana, como el hombre-Dios que resucitó de los muertos y que conforma la Trinidad como hijo de Dios, junto al Espíritu Santo. La Iglesia Cristiana Latina, comenzó a celebrar la Navidad 300 años después de Cristo, el 25 de diciembre, aunque no se tiene certeza que ese haya sido el día del nacimiento de Jesús.
La Navidad como fiesta religiosa cristiana, se ha convertido en una fecha en la que, en casi todos los países del mundo, se festeja el amor familiar, el reencuentro con los seres que conforman el grupo familiar más próximo. Es una fecha en la que, en alguna medida, los individuos volcamos nuestros sentimientos, al amor a los otros, comenzando por los familiares. Millones de personas atraviesan los continentes del mundo, para reunirse en la Noche Buena con los seres queridos y darse un abrazo filial y fraterno.
Los niños esperan la Navidad ansiosamente, día a día, hora a hora, para recibir sus regalos, y los mayores, como un gesto de efecto, entregamos y recibimos regalos. Es también la Navidad un tiempo, en el que dejamos de lado los avatares de la vida cotidiana, para recogernos en una suerte de espiritualidad, de amor y sensibilidad hacia el entorno social.
En rededor de la fiesta navideña, se han establecido varias costumbres y creencias en el mundo cristiano, como la confección de nacimientos, la Misa de Gallo, villancicos, posadas (en México), etc. Se ha agregado a esta fiesta el árbol de Navidad, el Papá Noel y Santa Claus que trae los regalos, originados en la cultura escandinava y anglo sajona.
El arte y la literatura, han encontrado en la Navidad y el nacimiento de Jesús, la inspiración para que pintores, literatos y músicos, nos hayan dejado obras de gran calidad artística. Es seguramente una fecha especialísima en buena parte del mundo, por su valor humano que desnuda lo más noble del individuo, el buen sentimiento.
La paz del espíritu, tiene que exteriorizarse en la fiesta de Navidad, dejando de lado odios y rencores, para volcarse al deseo más noble del individuo, desear y sentir la paz, entendida como un estado del espíritu y la vida social, de tranquilidad, armonía, en especial en estos tiempos tan convulsos, con guerras crueles como la de Ucrania, Palestina y otras, en las que el dolor y la vida humana nada valen.
En nuestra sociedad nacional, en este tiempo, vivimos en permanente conflicto y división, al calor de la ambición de unos pocos por el poder político, que no reparan en el daño que ocasionan a los intereses reales de la población, que padece de restricciones al acceso a los servicios fundamentales, al empleo digno, a la certidumbre por el mañana y el futuro de los hijos. Vivimos en una sociedad atormentada por el conflicto social, con paros y bloqueos, por todo o nada, que a veces no nos permiten ejercer el elemental derecho de desplazarnos, de un lugar a otro.
En la Navidad, era un gesto de reconciliación de los gobiernos pasados, aun en tiempos de confrontación partidaria, decretar amnistía para los presos por razones políticas, como cuando se celebraban elecciones. En el actual régimen populista de izquierda, que nos gobierna durante 17 años, se han celebrado navidades y elecciones, con presos y exiliados por razones políticas, sin que siquiera una fecha tan especial, hubiera conmovido los sentimientos de los gobernantes del régimen. El caso del dirigente cocalero César Apaza, detenido y torturado, es el ejemplo de la insensibilidad de quienes ejercen el poder político circunstancial, a quienes hay que recordarles la sentencia del gran Franz Tamayo: “No se es inmunemente poderoso siempre”.
Deseamos a nuestros compatriotas, desde estas prestigiosas páginas del Decano de la Prensa Nacional, EL DIARIO, paz y felicidad en esta celebración navideña, y que el año nuevo que viene sea de prosperidad y bienestar, para nosotros y nuestra amada Patria.
El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.