sábado, septiembre 28, 2024
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Morbosas ambiciones de poder y figuración

En ciertos sectores sociales del país, observamos exagerados deseos de figuración y hasta de exhibicionismo personal, que en algunos casos muestran características patológicas. Ese fenómeno de investigación en medios profesionales no deja de tener rasgos naturales y se presenta en momentos de especial desarrollo de la sociedad humana.
Pero esas reacciones individuales son inofensivas y como producto de determinados momentos de la vida social y del desarrollo histórico de un país, solo merecen la piadosa indulgencia popular, con el claro fin de que no se repitan. Ni siquiera requieren de un psicólogo y menos de un psiquiatra.
Sin embargo, aparte de ese tipo de personas con intereses propios, existen otras que están fuera de todo límite y adquieren características patológicas que condena la sociedad y no son fruto de las circunstancias momentáneas de la vida corriente. Por ello es hasta necesaria la participación de profesionales en psicología colectiva y tratamiento en dependencias médicas.
Ese tipo patológico en nuestro medio no es común y adquiere el nivel de cosa rara. Dicho mal en el individuo con angurria de poder es resultado de varias causas, entre ellas su carencia de vida social, su falta de conocimiento y comprensión del ambiente, su sobrevaloración de sus condiciones individuales. Hasta cree ser un personaje mesiánico, cuya solo presencia en la vida pública podría hacer cambiar el rumbo de su pueblo y de la humanidad.
Ese tipo psicológico nace, por otro lado, de los consejos de sus seguidores, que lo muestran como un salvador ante el caos y como autor de todo progreso económico y social. Vale decir que le hacen desarrollar esas creencias en su mente y no analizan el movimiento real de la sociedad en que actúa. Tal individuo piensa en abstracciones, no en la realidad concreta de su país, que es la única que tiene valor y si no la comprende, seguirá soñando con paraísos metafísicos.
Llevar a la sociedad boliviana por senderos equívocos y objetivos utópicos, miliunanochescos, podría ser la causa de esas obsesiones morbosas y que, en general, son parte de una personalidad con un síndrome patológico que no acepta la sociedad y lo rechaza porque implica no observar los hechos en las calles.
Finalmente, lo que sucede en la realidad no puede ser contradicho por ideas fantasiosas e ideologías populistas con el único objetivo de permanecer en el poder de manera indefinida.

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