Todas las señales de los últimos meses parecen coincidir en que hemos empezado uno de los años más decisivos de la época reciente, un año que puede producir cambios significativos para una gran parte de la humanidad. La pandemia de 2020 ha concluido, pero sus efectos marcaron un antes y un después en la historia contemporánea y, junto a sus secuelas, aparecen en el futuro cercano, otros temas de efecto global como el cambio climático, las guerras, la crisis económica o las transformaciones políticas.
Expertos meteorólogos de todo el mundo ya han adelantado que, debido al fenómeno del Niño, este año soportaremos un nuevo récord de temperaturas elevadas, como las que tuvimos en 2023, con graves y constantes desastres naturales en varias regiones. Esto, sin embargo, es solo el efecto previsto de un problema mayor, que advirtió el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en julio del año pasado, cuando afirmó que “ La era del calentamiento global ha terminado, ahora es el momento de la era de la ebullición global”.
La incapacidad del mundo para poner fin a los conflictos bélicos en Ucrania y la Franja de Gaza, parece haber activado peligrosamente intereses expansionistas, como el de China sobre Taiwán, que podría resolverse con una intervención directa de Beijing en la isla; de Venezuela sobre Guyana, agravado por el aumento de la presencia militar inglesa y norteamericana en la zona; la de Sudán y Yemen, y el alto riesgo de desestabilización en el Oriente Medio.
En lo político, 2024 será un año con muchas elecciones nacionales. Un total de 70 países irán a las urnas para elegir a sus líderes, entre los que estarán Estados Unidos, Rusia, India, México, Venezuela, Taiwán, el Parlamento Europeo, Indonesia, Pakistán, El Salvador, Uruguay, entre otros. En algunos casos, los resultados pueden redefinir el escenario mundial, como en Estados Unidos, donde Trump podría resultar relecto. En la India y México, las tendencias parecen favorecer el mantenimiento de los partidos gobernantes; en Europa es evidente un crecimiento de la derecha política y en Rusia y Venezuela los comicios serán una simple formalidad.
En economía, las previsiones del FMI muestran que el decrecimiento del PIB global continuará en 2024, aunque se registrarán desigualdades importantes entre países. Las tasas de interés seguirán en alza y se registraría una leve caída de la inflación. La incertidumbre en los mercados bursátiles y la caída del valor de los bonos de deuda, podría impulsar el alza de los precios de las materias primas que volverían a ser un refugio para los inversores, aunque mucho de esto dependerá de la recuperación y el dinamismo de la economía asiática, la estabilidad de los mercados energéticos y la normalidad en las cadenas de suministros.
Los problemas de desaceleración de la China ralentizarían el dinamismo de los Brics y la competencia del yuan para destronar al dólar como la principal moneda de intercambio, disminuye paulatinamente, tanto por la resiliencia de la economía norteamericana como por las diferencias y disputas entre los miembros del bloque emergente.
La tecnología continuará su avance incontenible, liderada por el desarrollo de la Inteligencia Artificial, cuyo uso se extiende aceleradamente a más actividades humanas; y las redes sociales seguirán copando más espacios de la comunicación y, sin duda, este año serán el escenario donde se desenvolverán las batallas electorales, culturales, ideológicas y políticas.
En el área de la salud, se espera que la ciencia médica y en especial la farmacéutica continúen sus acelerados avances mostrados en 2023 con resultados muy importantes, como el desarrollo de fármacos para combatir el Alzheimer, la diabetes, la malaria, obesidad y algunos tipos de cáncer.
Lamentablemente, los problemas estructurales como el calentamiento global, el debilitamiento de las instituciones democráticas, el narcotráfico, la trata y tráfico de personas, el contrabando y el terrorismo al parecer van a continuar su avance destructivo, sin muchas posibilidades de que se los enfrente eficazmente. El mundo va a seguir concentrándose en resolver los asuntos coyunturales, postergando una vez más los temas de fondo que ya están cobrando facturas muy altas para la humanidad.
El autor es Industrial y expresidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia.