Desde el 21F Evo Morales está de tumbo en tumbo

Aunque las elecciones generales están aún lejanas, Evo Morales se ha anticipado a presentar su candidatura a la presidencia del Estado Plurinacional, mientras Luis Arce Catacora y otros personajes políticos se preparan para participar en ese evento con no pocas esperanzas de ganar la votación para sentarse en la silla presidencial. El caso más notable en esa competencia es el de Evo Morales, caudillo del MAS, pero, mientras la suerte de algunos otros candidatos muestra algunas posibilidades favorables de participación, la de Morales está plagada de dudas y escollos.
En particular, la suerte del expresidente Morales empezó a nublarse desde que perdió en el referéndum del 21 de febrero de 2016 y enseguida lo desconoció, insistiendo en candidatear a la presidencia contra viento y marea. Con esa condición llamó a elecciones y, naturalmente, fue derrotado, por desconocer el sagrado voto del Soberano. Pero, por su ambición prorroguista no dudó en seguir adelante y pese a un presunto fraude, provocó la insurrección popular de noviembre de 2019, que lo puso en fuga a México, de donde volvió a Bolivia pocos meses después, gracias a la inexperiencia política de Jeanine Añez, a quien le debía agradecer, en vez de tenerla en la cárcel.
Desde entonces hasta el presente, la suerte política de Evo es sólo un rosario de traspiés y pérdida de popularidad, fracasos de todo tipo, sin que se pueda encontrar ni un éxito a su favor que le pueda beneficiar. Enseguida, el presidente Arce le dio las espaldas y éste le tiró con las puertas en sus narices y dividió su partido para presentarse como candidato para el 2025.
Después de toda clase de vicisitudes, vinieron otras, como las dificultades para realizar el congreso del MAS, el cual fue posible en el Chapare, el último bastión que le queda, pero la reunión fue desconocida junto con la candidatura. Enseguida, el Tribunal Constitucional dictó un fallo señalando que prorrogarse en el poder no es un derecho humano y no puede candidatear, por el resultado del referéndum del 21F.
Por otro lado, ha perdido el apoyo de la Csutcb, el respaldo de la COB y varios movimientos sociales, de gremiales, y hasta de la prensa oficialista en general. La opinión pública está en su contra, ya no tiene apoyo internacional y hasta sus socios populistas lo han abandonado. Y se reitera las máximas populares de “Santo que pasó su fiesta, a un rincón”, “Evo es un toro faenado”, sólo le rodearían pocos políticos desprestigiados, ya no es un programa, solamente representa a su persona, sus gobiernos condujeron al país al desastre, y otros duros conceptos.
Es más, nada tiene que ofrecer. Carece de toda idea o programa político y cree que “por su linda cara” todo se va a arreglar, con su actitud dictatorial. Inclusive carece de partido y de masas que le apoyen y sus límistes son el villorrio de Lauca Ñ y sus anexos, y otros numerosos aspectos.
Ahora consideremos que las anteriores apreciaciones podrían ser erróneas y se produzca un cambio en la opinión pública y en las autoridades judiciales y, por consiguiente, Evo Morales sea autorizado candidatear y participar en el plebiscito, ¿qué podría suceder?
Posiblemente, ganaría en el torno por pequeño margen o provocaría una segunda vuelta y volvería a ganar. Entonces, ¿podría obtener la unidad de clases sociales, requerida para mantenerse en el poder? ¿Tendrá un programa de gobierno? ¿Será indulgente con sus opositores? ¿Tendrá apoyo parlamentario? ¿Podrá tener precios altos de las materias que podamos explotar? ¿Ajustará o cambiará su proyecto del socialismo del Siglo XXI? ¿Podrá renunciar al populismo y adoptar la democracia? ¿Podrá tener un estado de gobernabilidad? ¡Sólo Alá lo sabe!
Nadie puede pronosticar lo que va a ocurrir. Entretanto, permitir que el caudillo de Lauca Ñ sea autorizado a candidatear, sería la mejor forma para que los hechos sean los que definan la situación y no sólo las conjeturas. ¡El tigre no es tan fiero como lo pintan!