miércoles, julio 24, 2024
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La violencia vinculada a género

Ernesto González Valdés

Ante una serie de correos vinculados al tema violencia intrafamiliar, identificada también como violencia doméstica, anteriormente tratado, ello desfavorablemente confirma que esta situación constituye un flagelo de la familia nicaragüense, donde al adicionar el tema género, nos estamos refiriendo una vez más al desamparo de la mujer, con la posición de subordinación que como género tenemos en nuestras sociedades.
¿Qué entendemos por violencia de Género? Todo acto de violencia basado en el Género o “violencia contra las mujeres”, la cual produce daños físicos, sexuales, sociales, psicológicos, emocionales, en la vida pública o privada. Hecho que se manifiesta en la familia y en particular entre la pareja. Violencia contra la mujer que está sostenida en el ámbito familiar por dos piedras angulares: 1) El lugar social de las mujeres como propiedad o de subordinación a los hombres. 2) La noción difundida socialmente de que el hogar es un lugar privado, en cuyos procesos no deben intervenir los extraños.
Pero, ¿qué características suelen acompañar a la violencia en las relaciones de pareja? Muchos de los autores de la violencia son hombres, las mujeres corren el mayor riesgo con hombres que ya conocen; la violencia física casi siempre va acompañada de maltrato psicológico y, en muchos casos, de abuso sexual.
La mayoría de las mujeres que sufren alguna agresión física de su pareja por lo general serán víctimas de múltiples actos de violencia con el paso del tiempo. La violencia contra las mujeres traspasa los límites de la clase socioeconómica, la religión y el origen étnico.
Fundamentado en vivir en una sociedad en gran medida patriarcal, que asigna diversos roles a la mujer y al hombre, sumando a lo anterior nuestra secular historia machista, la cual no es ajena a esta problemática.
Otro elemento es el poder, constante invariable que no ceja en su lucha de ocupar el puesto cimero, por ejemplo: el dueño de la casa, del que trae el dinero, del que tiene la potestad sobre los menores. Es el círculo de los más fuertes sobre los más débiles. En ese sentido, los niños son siempre los más desprotegidos y con menor poder.
En nuestra sociedad, si bien el desarrollo de la mujer ha tenido su relevancia en el ámbito político, empresarial, profesional, aun deja de desear el equilibrio o relación hombre – mujer y peor aún dentro del hogar. Aspectos que generan mitos, tales como: Las relaciones entre hombre y mujer son violentas por naturaleza; la familia es un lugar inseguro para vivir.
La sociedad se divide en: violentos y violentadas. En las clases sociales bajas y desfavorecidas económicamente y las poblaciones marginales, es donde se percibe en mayor medida la violencia doméstica.
Las mujeres no se separan porque no quieren dejar a su maltratador. El embarazo detendrá la violencia. De lo expuesto se desprende la importancia de la educación, pero no sólo en el ámbito académico sino también familiar, otro tópico de suma importancia es la prevención, la información.
La violencia familiar no es un problema de puertas adentro, no es privado, no puede serlo, mucho menos en nuestra sociedad.

El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.

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