sábado, julio 6, 2024
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El caos es una escalera. Una reflexión sobre disturbios en el continente

Marcelo Miranda Loayza

En la aclamada serie de televisión de la cadena HBO, «Juego de Tronos», el astuto personaje Petyr Baelish pronuncia una frase que ha quedado grabada en la memoria de todos los seguidores del show televisivo: «El caos es una escalera». Esta poderosa afirmación puede ser aplicada a diversos contextos, y resulta especialmente relevante cuando analizamos los recientes disturbios que han sacudido a países de nuestro continente, como Chile, Ecuador, Bolivia e incluso EEUU.

América Latina ha sido testigo de una serie de manifestaciones y conflictos sociales en los últimos años. En Bolivia, el caos llegó   tras la renuncia del entonces presidente Evo Morales, en medio de acusaciones de fraude electoral. La polarización política y social en el país se hizo evidente y la escalada de violencia mostró la fragilidad de las instituciones y la profunda división entre los bolivianos. El caos se apoderó de las calles, generando un clima de incertidumbre y desconfianza en el futuro del país; el gobierno transitorio de la señora Añez tuvo que lidiar con amenazas que variaban, desde hacer explotar la planta de almacenamiento de combustibles de la zona Senkata, hasta paralizar la Asamblea Legislativa Plurinacional. Al final, el caos y el miedo llevaron a la población a votar nuevamente por el régimen totalitario del Movimiento al Socialismo.

En Chile los disturbios previos a las elecciones presidenciales dejaron en evidencia una sociedad dividida, donde las demandas de justicia social y económica se habían acumulado durante décadas. El caos que se desencadenó en las calles de Santiago y otras ciudades chilenas evidenció un adoctrinamiento peligroso de todos los denominados movimientos sociales, los cuales construyeron una atmósfera de violencia e insatisfacción, dando como resultado una especie de hastío en la población chilena al no encontrar  respuestas efectivas por parte de las autoridades para frenar el caos que se vivía en las calles de Santiago, desembocando en la victoria en las elecciones presidenciales del candidato de izquierda Gabriel Boric en diciembre de 2021.

Ni siquiera EEUU se vio libre de una escalada de violencia y caos, los disturbios suscitados en Nueva York tras la muerte de George Floyd, en mayo de 2020, se expandieron por las principales ciudades de EEUU, generando millones de dólares en pérdidas. Poco tiempo después el candidato demócrata Joe Biden, quien se había manifestado abiertamente a favor del movimiento Black Live Matter, es elegido presidente.

En los últimos días hemos sido testigos de actos de violencia sin precedentes en Ecuador. El ataque por parte de grupos armados irregulares a la sociedad civil dejó sin habla a todo el continente, no solo por la violencia extrema de estos hechos, sino también por la alianza irrefutable de estos grupos delictivos con el ex presidente Rafael Correa, quien incluso se atrevió a compararlos –en su momento– con grupos juveniles de Boy Scouts, con «altos valores sociales». Está claro que estos grupos quieren generar caos en las principales ciudades de Ecuador para que la población piense, de manera equivocada, que los regímenes de izquierda traen consigo paz, armonía y prosperidad.

Estos casos nos llevan a reflexionar sobre la validez de la frase «el caos es una escalera». En un contexto de lucha de ideologías y políticas económicas, los disturbios parecen ser un medio altamente eficaz para hacerse con el poder. De esta manera, el caos se convierte   en una herramienta poderosa para desestabilizar gobiernos democráticamente elegidos y posicionar opciones ideológicas progresistas y empobrecedoras.

La frase: «el caos es una escalera» cobra sentido al analizar los disturbios que se han venido dando en los últimos años a lo largo todo el continente. Desestabilizar gobiernos a través de la violencia y el caos –utilizando para ello supuestas reivindicaciones sociales–, se ha convertido en una peligrosa constante para debilitar y socavar gobiernos que no comulgan con corrientes progresistas de izquierda.

«El caos es una escalera» y los movimientos progresistas de izquierda vienen aplicando a la perfección esta lección que nos dejó Petyr Baelish, –personaje de ficción de la obra George R. R. Martín, Canción de Hielo y Fuego–, pues el caos genera miedo y el miedo tiende a tener un efecto paralizante en la sociedad que, en su desesperación, prefiere optar por opciones totalitarias y progresistas, quienes prometen hipócritamente libertad, paz y tranquilidad.

El autor es teólogo, escritor y educador

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