La Confederación Nacional de Industrias Agroquímicas del Chapare ha decretado un bloqueo general de caminos, para el pasado lunes 22 de enero, coincidiendo con la disposición del Ministerio de Trabajo que dispuso, para esa misma fecha, un día de jubileo, con feriado nacional, en conmemoración de la creación del Estado Plurinacional de Bolivia. De yapa, se decretó la tolerancia de una hora, el día 24, en La Paz, para revalorizar las tradiciones culturales de la fiesta de Alasita y, por si fuese del caso señalar, ambas fechas coinciden también con el desentierro del pepino, que marca el inicio de los carnavales, a escasos días de concluir enero.
No se puede entender, como solía decir un exmandatario, esa milagrosa simbiosis lograda por los masistas, de conjugar un gobierno de industrialización y montaje de plantas creadas para ese fin, con esa política del “Rasquetbol” que pareciera deleitarles, al decretar cuanto feriado nacional fuera posible y esté a su alcance.
Siguiendo esta disciplina de vagancia, los hermanos agroquímicos del Chapare han decretado un bloqueo nacional de caminos, exigiendo la renuncia de los quedadizos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, a pesar de que dichos funcionarios dejaron de ser tales, como manda la Constitución Política del Estado, el 31 de diciembre de 2023, pasando a la triste condición de “Ocupas”.
Sin embargo, al margen de lo inapelable del hecho, éste nos permite realizar una analogía con el paro decretado por la Confederación de Trabajadores de la Argentina, para el miércoles 24, exigiendo la no aprobación del Decreto de Urgencia enviado al Congreso por el presidente Milei, con la amenaza de que: “de no ser atendidos, que los parlamentarios se abstengan de salir a caminar por las calles “. Con un envidiable toque de autoridad institucionalista, la señora ministra del Interior, Patricia Bulrich, les respondió: “los que tienen que cuidarse de caminar por las calles son los que hagan el paro”. Al citar el pasaje argentino y compararlo con el boliviano, inferimos fácilmente que tal fenómeno no es más que el resultado del final de una época de bloqueos y autoritarismo discrecional.
Sin entrar a la estúpida letanía de las izquierdas y las derechas, creemos estar cerca de recobrar la vida institucional, por ante la vida del caos y la anarquía que tanto daño le han causado a nuestro país y a otros del continente. Hasta los más devotos de la Diosa Blanca están experimentando los enormes daños a su floreciente industria, causados por la absurda medida bloqueadora. Y es que esta deidad, si bien gustaba de desplazarse al mundo por vía aérea, desde la bella terminal de Chimoré, hoy su obesidad y sobrepeso exigen la vía marítima.
A tiempo de celebrar el décimo octavo jubileo del gobierno masista, no olvidemos que, en esos 18 años hubo centenares de bloqueos que han costado vidas, como la de la hermana del dirigente bloqueador, por falta de oxígeno. Empero, “a confesión de parte, relevo de prueba”, este mismo Capo se enorgullece al afirmar que ha subido al poder, gracias al bloqueo, a lo que nosotros podemos acotar que: quien a bloqueo sube, a bloqueo baja. Es muy triste reconocer que estos maestros del bloqueo lo único que no pudieron bloquear es la venta de nuestras reservas de oro y el enorme despilfarro de nuestros recursos, hasta ponernos en la triste disyuntiva de escoger entre el jubileo o el bloqueo.