jueves, noviembre 28, 2024
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Sin inversiones el país no podrá progresar

Al observar nuestra actual crisis económica, no podemos negar cuánto hemos perdido desde el año 2006, cuando asumió el poder el MAS, por la falta de políticas para atraer capitales financieros y tecnología. La bonanza económica que trajo la venta de gas al Brasil y la Argentina, principalmente, duró algo más de nueve años, sin que en esos momentos se haya podido evitar la dilapidación de dinero. Se requería entonces, adoptar medidas de previsión, como impulsar la diversificación del aparato productivo, para no depender de una fuente de ingresos.
Pero por el auge de la producción gasífera, se olvidó que el desarrollo de países que hoy son ricos ricos se ha debido a que sus gobernantes no se han contentado con lo que tenían y han tratado de diversificar su economía instalando empresas de bienes y servicios, considerando que el crecimiento demográfico demanda mayor oferta y que en los mercados no debe faltar lo más necesario. Por ello tales países han invertido para crear empresas que ofrezcan productos con precios competitivos.
Por el contrario, en países pobres y subdesarrollados como el nuestro, desde hace más de una década ha prevalecido la implantación de modelos “revolucionarios” supuestamente para cambiar todo, pero la realidad es que no han mejorado las condiciones de vida de los pueblos. Tales ideas populistas solo han producido ilusiones y anuncios demagógicos, con la finalidad de eternizar en el poder a partidos de extrema izquierda que han fracasado rotundamente, empezando por la Unión Soviética, cuyos líderes creían que con los cambios que proponían llegarían a la vanguardia del progreso mundial, pero solo han conseguido pobreza y dependencia para sus poblaciones.
Bolivia también ha sido víctima de experimentos “revolucionarios” que no han favorecido al pueblo, por el contrario, con la propaganda populista y las ofertas demagógicas solamente han sido agravados los problemas, afectando a la poca industria existente, empobreciendo al sector agrícola y, lo peor, endeudando al país, hasta favorecer la expansión, por ineficiencia de gestión, de grandes males como la corrupción y la delincuencia.
En consecuencia, la ausencia de inversiones nacionales y foráneas nos ha postergado y, por más intentos que se haya hecho ante países dueños de capitales y tecnología, la desconfianza de ellos por las políticas imperantes en Bolivia ha determinado que no deseen venir. Además, no olvidemos las estatizaciones y nacionalizaciones de empresas, sin contar con tecnología propia para reemplazarlas y sin prever las consecuencias legales ante tribunales internacionales.
Hoy porque el actual gobierno hace prevalecer la ideología izquierdista, solo contamos con algunas inversiones rusas o chinas para algunas obras, sin que haya información detallada sobre las condiciones con las cuales llegan. Tal situación no es buena señal para que otros países desarrollados, que no sean de la órbita socialista, nos apoyen con capitales y tecnología para lograr mayor producción y reducir nuestra pobreza y dependencia.

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