miércoles, julio 24, 2024
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La consigna es no ceder

Severo Cruz Selaez

Bolivia no puede estar supeditada, al capricho de un sector político. Debido a que representa el proyecto histórico de una población de 11 millones de habitantes. Debido que representa la voluntad y el esfuerzo de orientales y occidentales, en busca de un destino mejor, para las generaciones del presente y futuro. Debido a que representa un territorio, donde se cultiva el principio democrático de fraternidad y convivencia pacífica, como anhelaron nuestros antecesores. Debido a que representa el sueño del desarrollo, con base en los recursos naturales renovables y no renovables.
Un sector político, y esto es de conocimiento público, quiso hacer de las suyas. Un sector político visiblemente atenuado en sus filas. Con bases de sustentación en una determinada región. Un sector político, cuya cabeza, al parecer, ha perdido la chaveta. La respuesta nacional a esa arbitrariedad fue el repudio. Se impuso la madurez política y el espíritu reflexivo, ante ese reducido brote de “radicales”. El despropósito se apagará, entre la maleza de los valles y los cocales del Trópico. No llegará a repercutir entre las elevadas cordilleras del occidente ni en los llanos del oriente.
El pueblo boliviano está inmerso en un proceso de austeridad, similar, o quizá con ciertos matices, a la época de la UDP, cuando los sueldos y salarios habían perdido su poder adquisitivo. Cuando la pobreza, el hambre y la desnutrición flagelaban a vastos sectores. Ahora ocurre lo propio. Al extremo que con 100 bolivianos apenas se puede adquirir algunos alimentos. Obviamente que el pan de batalla no ha desaparecido como en aquel entonces. Tampoco ha subido de precio, pero ha perdido peso enormemente. Hoy los panes se parecen a los Alasita. Las autoridades del sector parece que no tienen conocimiento de ese hecho. La víctima, en todo caso, es el pueblo consumidor. Mientras amasan fortunas quienes especulan, con el hambre de la ciudadanía. Se aprovechan, ciertamente, de la harina subvencionada. Y ello no es justo.
“Al observar nuestra actual crisis económica, no podemos negar cuánto hemos perdido desde el año 2006, cuando asumió el poder el MAS, por la falta de políticas para atraer capitales financieros y tecnología. La bonanza económica que trajo la venta de gas al Brasil y la Argentina, principalmente, duró algo más de nueve años, sin que en esos momentos se haya podido evitar la dilapidación de dinero. Se requería entonces, adoptar medidas de previsión, como impulsar la diversificación del aparato productivo, para no depender de una fuente de ingresos”, sostiene el editorial de un rotativo de circulación nacional (*). He ahí los desaciertos que nos condujeron a la situación actual que, al parecer, no tiene salida inmediata.
En suma: los políticos, sin excepción de tendencias ideológicas, deberían conducirse con sentido común.

(*) “Sin inversiones el país no podrá progresar”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 26 de enero de 2024.

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