jueves, julio 25, 2024
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Carnaval político

Jhonny Vargas

Mientras el robo al Estado a escala industrial continúa, todo el país vive un carnaval político, pues la intransigencia de un solo hombre le costó al país 180 millones de dólares, según la Cámara de Exportadores. Estamos como en los tiempos de Mariano Melgarejo, cuando por culpa del festejo del carnaval, perdimos el mar. Ahora por estar más pendientes del carnaval, estamos perdiendo la Democracia, la vida misma, sin contar que la venta del litio a espaldas del pueblo boliviano, mediante contratos firmados con empresas chinas, entre gallos y medianoche, representará el robo del siglo al pueblo boliviano.

Este carnaval político tiene su origen, en la ambición y la angurria de poder de la clase política gobernante, que no contenta con haber trasquilado las finanzas públicas durante casi dos décadas, ahora pretende volver al poder como si nada hubiera pasado, mediante la victimización y utilizando el discurso de la supuesta “oposición política” inexistente en el país. En Bolivia son cruzados ríos de sangre para llegar a un acuerdo político, aquí no existen principios ni ideología, solo el interés económico de la cúpula masista, que quiere seguir chupando la sangre del Estado, hasta explotar como una garrapata por tanto succionar la sangre de los más humildes, el oro y las riquezas de todo el país. Las venas abiertas de Bolivia, explotadas y sobreexplotadas por sus propios hijos. Galeano, te equivocaste, no solo el “yanqui” y los imperios son responsables de la miseria de Latinoamérica, también lo son, con más cinismo, sus propios hijos, pues la saquean, la maltratan, la violan y la contaminan día tras día.

Destruirse desde dentro, eso es lo que está pasando en Bolivia, ninguna civilización es conquistada desde afuera si antes no se ha destruido desde adentro. Bolivia está decepcionada por la supuesta “limpieza” de sus elecciones judiciales y generales, pero aún está más decepcionada por el mal desempeño de sus líderes políticos, en especial de la oposición. Aprobada en el Senado por unanimidad, la ley de elecciones judiciales, los radicales lograron su objetivo. “Hecha la ley, hecha la trampa” y para este acuerdo antipatriótico se prestaron muchos camaleones que dicen ser opositores. Les aseguro que el 80% de los bolivianos no cree en la honestidad de estos comicios, ni que con ellos se cambie el rostro sucio de la justicia boliviana de la noche a la mañana. El 80% de la población boliviana no cree que su país sea gobernado de acuerdo con la voluntad del pueblo. No aceptemos elecciones fraudulentas ni legalicemos la Dictadura, no caigamos en seguir el juego perverso del masismo.

Además, el futuro líder político, elegido en “elecciones limpias y transparentes”, con un Órgano Electoral totalmente “independiente” del poder político, tiene una dificultad enorme: Definir qué es lo que quieren sus patrones. Adicionalmente existen contradicciones profundas en el país, y les aseguro que ni un Bukele o Milei, podría gobernar Bolivia. En un país ingobernable, no aguantarían ni medio año, les aseguro, porque estos “electores”, no solo no tienen sus prioridades claramente identificadas, sino que tienen intereses que chocan entre sí (campesinos, fabriles, comerciantes, transportistas, maestros, médicos, policías, militares, narcotraficantes, loteadores, contrabandistas). Bolivia ya pertenece por completo al crimen organizado internacional y al “social imperialismo”.

Entonces de qué estamos hablando. ¿Cómo servir adecuadamente al electorado, si no se entiende lo que necesita y desea? Es como mi natal pueblito encantado, Tupiza, donde nadie sabe lo que quiere, es un pueblito sin orden, sin autoridad. Por esta razón, que muchos políticos nada hagan, ya no es motivo de sorpresa, por eso que se pacte con el enemigo, ya no es sorpresa para la población. El vicio y la traición andan agarraditos de la mano en Bolivia. Pero una persona con liderazgo con proyección, sabe que esta no es una opción real. Los oportunistas políticos, esos que abundan en Bolivia, no harán algo que sea impopular, los idealistas soñadores harán cosas impopulares, pero casi insistiendo en el masoquismo o ser mártires. Los pragmáticos como yo saben que hay verdades duras de tragar y hay que decirlas, aunque al público no le guste. La verdad es amarga, pero trabajamos duramente para articular todas las visiones a fin de sobrevivir y luchar nuevamente otro día.

Hoy vale la pena preguntarnos qué pasará si continuamos eligiendo malos gobernantes en Bolivia, con poca o ninguna capacidad de liderazgo, para los románticos del ayer, que quieren el retorno del ex mandatario al poder, cueste lo que cueste, pese a que ha sembrado corrupción, burocracia ineficiente y narcotráfico. ¿Y el país podrá aguantar más de lo mismo, más caudillos barbaros, más dictadorzuelos de poca monta? ¿Por cuánto tiempo se mantendrá el statu quo, donde el “famoso” proceso de cambio solo sirvió para el enriquecimiento ilícito de una cúpula antidemocrática? Hoy el carnaval político continua, solo es una fiesta privada de quienes se creen amos y señores de Bolivia, esas organizaciones sociales corruptas, adictas a las prebendas y, sobre todo, inmorales.

Que siga el jolgorio, con serpentina, mistura y confites, pues todavía les queda más por destruir y robar a escala industrial. A ellos no les interesa Bolivia, solo buscan asegurar su futuro y la de sus descendientes. ¡Y el país que se vaya al abismo…!

 

Jhonny Vargas es Politólogo y Docente de Postgrado.

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