Parte I
Cumplido un nuevo aniversario del Estado Plurinacional, todo fue festejo y borrachera por parte de funcionarios públicos del “ala arcista”, acompañados de los movimientos sociales, “defensores del proceso de cambio”. Parecen percibir que son sus últimos años de fiesta que les quedan, como sirvientes del régimen dictatorial, porque en los próximos meses y año viene un paquete de problemas y sobresaltos debido a procesos electorales. Primero las elecciones judiciales y luego las elecciones generales de 2025, donde veremos cómo ellos son capaces de defender sus cargos, beneficios y prebendas con uñas y dientes.
El Estado delictivo al que me refiero, se profundiza por la ineficiencia y la ineficacia de la administración de Justicia, que no tiene capacidad ni voluntad para señalar y perseguir dichas faltas en el Órgano Ejecutivo, quizá tampoco la libertad para realizar investigaciones en contra de políticos y líderes sociales corruptos vinculados al narcotráfico y al tráfico de tierras y personas. Si la procuración de justicia no es capaz de enjuiciar a los culpables, es difícil imaginar que, en los años siguientes, con o sin elecciones judiciales, se transforme y gane credibilidad. En conclusión, el ex mandatario Morales y su partido terminaron por dar la estocada final artera, al sistema de administración de Justicia.
Pero, defensores del MAS, la fama de ineficiente o corrupto, no es una buena tarjeta de presentación para un partido político y sus candidatos que pretenden conservar el poder ganado en las anteriores elecciones generales. Porque las elecciones son uno de los mejores mecanismos para depurar a los malos gobernantes y tener un país moderno, con líderes con ideas constructivas y proyectos de país eficientes. Pero de eso no entienden nuestros políticos, a ellos solo les interesa tomar el poder. Estoy seguro que a dirigentes políticos del MAS, no les avergüenza ser corruptos e ineficientes, pero hacer públicas sus actividades oscuras por lo menos los incomoda, por el impacto en sus familias y allegados. Pero en Bolivia hemos llegado al extremo, como producto de la decadencia y la degradación política, de normalizar sus actos.
“Muchos han hecho del Estado delictivo y la politiquería un negocio muy rentable, los líderes políticos masistas o los que se vendieron al MAS, destacan por su corrupción. Bolivia tiene grandes necesidades y expectativas, muchos estamos cansados de los partidos políticos y de los políticos tradicionales. Ciudadanos honestos quieren salvar a Bolivia del Estado delictivo en el que se ha convertido. Hay propuestas alternativas, de poder diferente. Muchos de ellos son líderes resonantes, pero falta quien movilice a la gente para que enfrente sus problemas. Falta el que indique a todos los demás hacia dónde hay que ir”.