Parte II
Bolivia enfrenta una crisis económica y una crisis de justicia, a las que seguramente se sumará la crisis electoral, esta es la tormenta perfecta. Los verdaderos líderes surgen en momentos de crisis, emergencia, de desastre y de acontecimientos sorpresivos. Lo esencial para cualquier gobierno es anticipar diferentes eventualidades y estar preparado para los peores escenarios, pero los gobiernos del MAS, nos demostraron con creces, a lo largo de la última historia de Bolivia, que la angurria de poder de un solo individuo y su “derecho”, está por encima de todos y es más importante que la felicidad del pueblo boliviano. Que el abuso de poder de una rosca sindical corrupta, está por encima de las necesidades y las expectativas de cambio de todo un pueblo y que el deseo del actual mandatario, de reelegirse, está por encima de la idea de cambio generacional de la política y de la renovación con nuevos liderazgos.
Esto nos demuestra que el Estado delictivo se enraizó, sus raíces han traspasado nuestras fronteras, pero muchos son tan cara duras que no les preocupa ni les ocupa la pésima imagen de Bolivia en el exterior. Es más, muchos de los asambleístas, así como miembros del Órgano Ejecutivo, embajadores, jueces y magistrados que deben su cargo al proceso de cambio y funcionarios serviles del Órgano Electoral a los intereses del partido, ostentan orgullosamente su derecho a gobernar y ser nombrados autoridades, contra el desacuerdo abierto de todos, sabiendo la fuerza que les confiere el derecho consuetudinario o legal. Son indiferentes ante las críticas, los insultos, el rencor y el desprecio de la población en general. Ellos forman parte del Estado delictivo.
Incluso obtienen placer, una especie de embriaguez, derivado de obligar a doblegarse a quienes se les resisten. Ah, la psiquis humana es algo muy interesante y lo consiguen bajo cualquier pretexto mediante el terror, el chantaje, los engaños y la corrupción.
En resumen: el liderazgo es una tensión dinámica entre, a dónde piensa un político que debe ir su país y a dónde quieren ir sus votantes. Les aseguro que la Bolivia que queremos no es el Estado delictivo por la imposición de un pequeño grupo criminal egoísta. Nada tiene que ver con la República (del latín res pública) que significa literalmente “cosa pública”. Recuerden: el presidente es un empleado del electorado. En este momento los empleadores de los líderes políticos, tienen una pésima percepción del trabajo que realizan éstos últimos en nuestro país.
Jhonny Vargas es Politólogo y Docente de Postgrado.