Se fue enero, dejando un saldo de varios muertos y heridos, provocado por el bloqueo de caminos, implementado por el populismo, que enarboló la bandera de elecciones judiciales. Una excusa para avivar el caos. Con epicentro en una determinada región del país. Una acción asumida por quienes están corroídos, en la presente coyuntura, por problemas partidarios internos, que tienden agudizarse, con miras al 2025 electoral. Intentaron doblegar a quien detenta el Poder. Pero éste, con aparente tranquilidad, supo eludir la situación. Salió incólume, respaldado por la legalidad, sin disparar ni un tiro. Quisieron que la sangre llegue al río, para estigmatizarlo y, posiblemente, para pedir el acortamiento de su mandato. Eso no ha ocurrido.
Enero se fue marcado por la intolerancia de ciertos sectores, que generaron zozobra e incertidumbre, en la población, ajena a esas prácticas, de tinte extremista y revancha. Destruyeron, asimismo, infraestructura caminera. Empañaron la imagen del país, en el contexto internacional. A ellos no les ha importado la reactivación económica, menos la construcción de un futuro llevadero, sino la consigna del angurriento de Poder, desde su cómoda residencia. Muchos participaron de esos actos sin saber el motivo ni el objetivo de los mismos. Quizá lo hicieron obligados o por alguna paga, porque nadie se moviliza “por amor al deporte”.
Provocaron, además, “una pérdida económica para el país de 1.000 millones de dólares, es decir el 2 por ciento del Producto Interno Bruto”, según las autoridades (1). Los avicultores se vieron seriamente afectados. “La razón fundamental es que, al no tener la cantidad de maíz y soya en nuestros molinos, nos vemos obligados a vender un pollo pequeño, que no llega al final de su ciclo de vida, entonces para no perder capital, tratamos de rescatar algo”, manifestaron (2). “Estos días de bloqueos, dijeron personeros de la Cámara Hotelera Cruceña, más o menos se estima unos 8 mil 400 millones de bolivianos de pérdidas, siete millones de bolivianos por día” (3).
Tampoco el Gobierno se dignó a poner orden, despejando las carreteras bloqueadas. Posiblemente ha jugado al cansancio. La verdad es que estuvieron cansados, tanto bloqueadores, como bloqueados. La situación fue muy complicada.
Algunos piensan que democracia es un Carnaval. Que democracia permite excesos de toda índole, en el agro particularmente. Que democracia respalda a los angurrientos de Poder. Que democracia es el sistema del desencuentro y la destrucción. Pero no es así.
En suma: he ahí, a grandes rasgos, el resultado que nos dejó el bloqueo, por el capricho, la intolerancia y la revancha.
NOTAS
(1) “Pérdidas por bloqueos ya suman $us 1.000 millones”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 4 de febrero de 2024.
(2) “Avicultores obligados a vender pollos pequeños”. EL DIARIO, 5 de febrero de 2024.
(3) “Cámara hotelera cruceña reporta millones de bolivianos en pérdidas”. Ídem, Ídem.