viernes, julio 5, 2024
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La simplicidad en el arte, síntoma de una humanidad en decadencia

La decadencia de la humanidad es un fenómeno complejo y multifacético que se manifiesta en diversos aspectos de nuestra sociedad contemporánea. Uno de los ámbitos donde esta decadencia se hace más evidente es en el arte, por el abuso de la abstracción. En lugar de valorar la creatividad, la belleza y la profundidad, pareciera que la demostración de la estupidez es lo que ahora se aprecia como una verdadera obra de arte. La valoración de lo absurdo como obra de arte y el alejamiento del buen gusto, de la estética y la razón son síntomas preocupantes de una sociedad que ha perdido su capacidad de discernir entre lo valioso y lo superficial.

Un ejemplo claro de esto se puede encontrar en el ámbito de la música. En la actualidad, es común ver cómo aquellos que más “perrean y berrean” en el escenario son los que reciben premios y reconocimientos. La calidad musical, la lírica elaborada, la complejidad armónica y el talento instrumental han sido desplazados por la vulgaridad, la repetición de frases vacías y la falta de profundidad en las letras. La estupidez y la banalidad son los nuevos estándares de excelencia en la música y el arte contemporáneo.

Esta tendencia no solo se limita al ámbito musical, sino que se extiende a otras manifestaciones artísticas. El arte postmoderno, por ejemplo, representa de manera simbólica esta decadencia. En lugar de buscar la belleza, la estética y la razón en las obras de arte, se promueve la ausencia de límites, la falta de estructura y la negación de todo principio ético y estético.

El arte postmoderno se caracteriza por su intento de romper con las tradiciones y normas establecidas, pero por su afán de ser diferente, caen en la falta de coherencia y sentido. Se valora la originalidad superficial y la provocación por sí misma, en lugar de la reflexión profunda y la creación de una experiencia estética significativa.

Es preocupante ver cómo la sociedad ha abrazado este tipo de arte decadente. Pareciera que hemos perdido la capacidad de discernir entre lo verdaderamente valioso y lo superficial, ya no se contempla una obra de arte, simplemente se la valora en torno a si rompió esquemas establecidos. Nos hemos alejado del buen gusto, de la estética y de la razón, y hemos optado por valorar lo insustancial y lo vulgar.

El arte, en su esencia, debería ser una expresión de la belleza, la creatividad y la trascendencia. Debería ser un medio para explorar y comprender nuestro mundo, para cuestionar y reflexionar sobre nuestra existencia. Sin embargo, el abuso de la abstracción y la exaltación de la estupidez en el arte contemporáneo nos alejan de estos ideales.

Es importante reflexionar sobre el impacto que este tipo de arte tiene en nuestra sociedad. ¿Qué mensaje estamos transmitiendo a las nuevas generaciones? ¿Estamos fomentando la mediocridad y la falta de esfuerzo? ¿Estamos renunciando a nuestra capacidad de apreciar y valorar lo verdaderamente bello y valioso?

Es necesario promover una mayor educación artística y cultural en nuestra sociedad. Debemos fomentar la apreciación de la belleza, la estética y la razón en las distintas manifestaciones artísticas. Debemos animar a los nuevos artistas a explorar nuevas formas de expresión, pero siempre manteniendo un sentido de propósito y coherencia.

La decadencia de la humanidad no puede ser atribuida únicamente al abuso de la abstracción en el arte, pero es un síntoma alarmante de una sociedad que ha perdido su rumbo. Debemos tomar conciencia de esta situación y trabajar juntos para recuperar el valor y la importancia del arte en nuestras vidas.

 

El autor es teólogo, escritor y educador.

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