viernes, julio 5, 2024
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Rebaja de calificación refleja que la economía se hunde cada vez más

Willy Marcos Chipana Mamani

Según Adam Smith: «No puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados». Estas palabras se vinculan al panorama prometedor y positivo que describe el gobierno sobre la economía con relación a la que se vive en las calles, la cual no se quiere observar o se quiere soslayar.

La rebaja de la calificación de Bolivia de B- a «CCC» por parte de la firma internacional Fitch Ratings, demuestra la crítica situación en la que está el país. La compañía internacional indicó que la rebaja se debe a la disminución notoria de las reservas internacionales netas (RIN), que pone en riesgo la estabilidad macroeconómica y la capacidad de servicio de la deuda.

Sin embargo, las autoridades del gobierno rechazaron el informe Fitch Ratings con los argumentos sobre que no fueron tomados en cuenta los indicadores positivos de crecimiento económico, reducción del desempleo, el pago de la deuda externa, que se cuenta con proyectos de industrialización que pronto darán sus frutos y se espera la aprobación de créditos, los cuales permitirán que el país se recupere y no entre en default o cesación de pagos.

Empero, la justificación realizada por Fitch Ratings no está alejada de la verdad, porque las RIN entre 2014 y 2023 bajaron de $us 15.122 millones a $us 1.709 millones, debido a la subvención a los alimentos y carburantes, créditos para la constitución de empresas públicas y el elevado gasto corriente que incrementó el déficit fiscal hasta llegar al 7,2% en 2022 y para este 2023 se proyecta 7,8%.

Esta situación crítica generó la falta de dólares y creó varios mercados paralelos de la divisa estadounidense, donde por unidad se comercializa entre Bs 8 y 9, lo cual causa un perjuicio a los sectores formales que desean realizar la importación de materias primas, equipos, medicamentos o insumos para la producción. Uno de los efectos que puede causar la escasez de dólares es la inflación en los precios, porque los importadores trasladarán los costos elevados al consumidor o habrá desabastecimiento en el mercado interno de bienes que necesariamente deben ser importados.

Además, la falta de dólares y la creación del mercado paralelo beneficia a sectores que operan en la economía informal y desalienta al sector productivo nacional. La escasez de gasolina y diésel en varias regiones del país también tiene su causa en este factor, porque Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) tiene poco margen para el pago en dólares a los importadores de combustible.

Nada parece cambiar la perspectiva para este año porque la subvención a los carburantes continuará con relación al 2023, cuando alcanzó a $us 1.825 millones, debido a una falta de producción para atender la demanda interna, porque no hubo trabajos de exploración y explotación hidrocarburífera. Pero lo más crítico será en el momento en que Argentina deje de comprar gas natural, lo cual ocurrirá a mediados de este año. Ambos datos ponen en vilo la situación financiera de las arcas del Tesoro General.

El apostar a la deuda externa para salir del problema, es una salida equivocada porque se tapa un hueco para abrir otro, en un momento en el que las RIN están cerca del piso. Según el Banco Central de Bolivia (BCB), la deuda externa hasta noviembre de 2023 alcanzó los $us 13.512 millones; y por datos del Ministerio de Economía, la deuda interna hasta septiembre de 2023 ascendió a Bs 128.115 millones que al tipo de cambio (Bs 6,96) asciende a $us 18.407 millones.

La suma de ambas cifras alcanza a $us 31.919 millones, lo que representa el 75% del Producto Interno Bruto (PIB) calculado sobre la base de $us 44.000 millones. Por la vía de la deuda no es sostenible una salida financiera, porque no se cuenta con el respaldo financiero de las RIN ni la garantía para cancelar la deuda.

Por los motivos señalados, la situación económica del país se hunde cada vez más y la baja calificación emitida por la Fitch Ratings refleja una realidad que no se quiere mencionar, debido a que las políticas aplicadas no son las adecuadas. Cada vez el país se acerca de manera peligrosa al barranco de la crisis, del cual será difícil salir porque el modelo económico aplicado por el gobierno de Luis Arce, no está a la altura de la coyuntura.

Es urgente el incremento de la productividad, los proyectos de industrialización del gobierno no son suficientes, a pesar que guardan tecnología del siglo anterior. Es necesario atraer inversión privada extranjera o nacional, un acuerdo entre los sectores público y privado para establecer las tareas y políticas para generar empleo seguro con salarios dignos. También se debe impulsar las exportaciones, incentivar el turismo y desarrollar planes productivos serios e integrales en el altiplano, con tecnología de última generación.

Por último, es necesaria una reducción drástica del gasto corriente en salarios y empresas públicas deficitarias. El objetivo debe ser generar dólares para restablecer las finanzas del Estado, porque el mantener las esperanzas en la deuda externa y empresas estatales de menor capacidad no es la salida racional.

 

El autor es periodista.     

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