Parte II
¿Cómo remediar tantas asignaturas desaprobadas? Anteriormente dijimos que es importante que padres y madres escuchen a sus hijos, pero no es el único elemento para dar un giro de 180 grados. ¿A cuáles otros podemos recurrir? Encontrar estas causas no es fácil y menos hacerlo los padres solos. El problema del éxito escolar es complejo, pues influyen mucho las relaciones humanas y éstas son una asignatura difícil.
La ayuda de los maestros suele ser valiosa, siempre que los progenitores acudamos a ellos con actitud adecuada. Los docentes no poseen una “varita mágica” que asegure el éxito de sus estudiantes. Pero sí tienen datos del rendimiento del estudiante y observaciones sobre su comportamiento en clase. Ellos dan su versión, que puede ser muy objetiva, aunque no totalmente, pero es muy importante. Después, los padres hemos de cumplir nuestros deberes.
Porque de nada sirve hacer muchas visitas a la escuela o instituto si, cuando salimos de la entrevista, no apoyamos al menos las tareas en casa. Es como ir al médico y no tomar las medicinas. Ayudar al hijo a hacer los deberes en casa, valorando el trabajo individual que ha de hacer fuera de la escuela. Enséñale a anotar en una agenda –o en el propio celular – las tareas con precisión, a organizar el tiempo en casa (hacer horarios para estudio y descanso), proponerse metas cortas…
Si como causa de los malos resultados, el estudiante no tiene las habilidades creadas o formadas para el estudio, se puede lograr ayuda extraescolar con un profesional que, individualmente, le enseñe a estudiar y le proporcione los conocimientos necesarios para cubrir las «lagunas» que seguramente tiene. Con frecuencia, el fracaso de un alumno se debe exclusivamente, por ejemplo, a un problema concreto de lectura.
Otro elemento a favor, es dar responsabilidades a los hijos en casa desde que son pequeños. La experiencia escolar demuestra que los alumnos que colaboran en casa responsablemente –ponen la mesa, sacan la basura, colaboran en la limpieza–, suelen tener más éxito en los estudios que los que nada hacen.
Un estudiante pocas veces admite que no es capaz de aprobar una asignatura. Su orgullo y su amor propio le impiden reconocer su falta de habilidad para el estudio o su falta de conocimientos previos para seguir aprendiendo, por lo que prefiere dar la imagen de vago, antes que reconocer otros problemas, sean emocionales o intelectuales.
Los adultos responsables que tiene a su lado el estudiante para ayudarle, debemos tener el temple suficiente –inclusive a veces sin la preparación académica necesaria, por lo que puede recurrir a algunas recomendaciones realizadas– para ofrecer a nuestros hijos, ayudas y opciones racionales que le permitan desarrollarse como persona de forma satisfactoria.