martes, julio 23, 2024
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El Departamento de La Paz en situación de atraso

Es indudable que las frecuentes marchas y bloqueos, (como el reciente organizado por transportistas del servicio interciudad), en la indefensa ciudad de La Paz, causan grandes daños a su menguada economía, afectando de manera intolerable la tranquilidad y el desarrollo de actividades citadinas. Las organizaciones sociales que protagonizan estos hechos, son causantes del descenso del nivel socio-económico de La Paz, después de haber liderado por décadas el progreso nacional.
Los propiciadores de esas medidas de protesta son responsables de la escasez de empleo y la migración de la industria y la actividad productiva hacia el interior o exterior. También tienen su cuota de culpabilidad los encargados de los Poderes Públicos, que fomentan, por estrategia política o incapacidad, dichas manifestaciones en cualquier momento y lugar.
A ello se suma el comercio informal que crece con puestos de venta en aceras, ya sea en calles, plazas u otros sitios convertidos de manera improvisada en mercados. A simple vista este comercio se expande desde zonas populares hasta avenidas céntricas. Ante esta invasión de comercio menorista, mucho tiene por hacer la Alcaldía Municipal y, por supuesto, el público mal acostumbrado a comprar al paso. Ni qué decir del caótico transporte urbano, que presta un deficiente servicio a los usuarios, en vehículos que resultan incomodos por ser antiguos o por haber sido reacondicionados a la mala. Además, no faltan el capricho y prepotencia de los chóferes. También deja mucho que desear el aseo de las calles en general y, en especial, el mal estado de aceras.
A nivel departamental, es horrenda la contaminación del lago Titicaca, al cual llegan basura y aguas servidas de comunidades contiguas, ante la indiferencia desesperante de las autoridades. La depredación del Illimani es otro problema plagado de promesas para librarlo de explotación irrestricta. Inclusive un Ministro de Minería amenazó hace algunos años con la confiscación de la producción y la maquinaria de las cooperativas, las cuales, como aliadas del oficialismo, operan a su libre albedrío en las faldas del nevado.
Y no se puede olvidar lo que pasó en el norte de La Paz, donde incendios arrasaron grandes extensiones de vegetación y llegaron a poner en peligro a pobladores de comunidades como San Buenaventura, El Carmen, Tumupasa y Tropezón, sin que las autoridades departamentales o nacionales se hayan movilizado oportunamente para brindar ayuda. Como el fuego destruyó cultivos, se prevé una reducción en la dotación de alimentos. Además, fue notoria la falta de agua potable.
En fin, es triste la situación en que se halla La Paz. Y es que, a pesar de ocupar el segundo lugar en población del país, no tiene suficiente presupuesto para atender sus necesidades. Por ello se requiere que los asambleístas paceños dejen de lado intereses partidarios para velar verdaderamente por el departamento al que representan. En caso contrario, el hastío y el malestar de la población pueden originar reacciones inesperadas.

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