La organización no gubernamental Save the Children alertó ayer que alrededor de 630.000 niños ucranianos que volvieron a sus hogares desde el inicio de la invasión rusa, que este sábado cumple su segundo año, hacen frente a necesidades extremas que ponen en peligro sus vidas.
La ONG recordó que 15 millones de personas huyeron de sus hogares desde el inicio de la invasión rusa y sostuvo que fue la crisis de desplazamiento «más rápida» en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. A día de hoy, 6,3 millones de ucranianos están refugiados en el extranjero y 3,7 millones están desplazados dentro del país.
En este contexto, más de 4,5 millones de desplazados volvieron a sus hogares, entre ellos 1,1 millones de niños. De esta cifra, más de 600.000 retornaron a situaciones de pobreza y peligro, mientras que 360.000 lo hicieron a provincias afectadas por la guerra o situadas en primera línea de los combates, entre ellas Dnipró, Járkov, Mikolaiv, Odesa y Sumi.
Explicó también que la «necesidad extrema» es la segunda categoría de necesidad más alta en la evaluación de necesidades, realizada a partir de los datos REACH y de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a tiempo de detallar que esos niños tienen un 62 por ciento más de probabilidades de sufrir este tipo de necesidades que el resto de la población.
«Los niños y niñas de Ucrania soportaron dos largos años de violencia y destrucción», dijo la directora de la ONG en Ucrania, Sonia Kush, quien agregó que «muchas familias se vieron obligadas a abandonar sus hogares en busca de seguridad, y ahora optaron por regresar en cuanto fue posible hacerlo».
«Para ellos, ningún lugar es como su hogar, y debemos respetar su voluntad de estar donde pertenecen», sostuvo, motivo por el que describió como esencial el ayudar a las comunidades afectadas por la guerra a reconstruirse y recuperarse para que «las familias tengan herramientas para encarrilar sus vidas, y los niños y niñas puedan ser niños y niñas: aprender, jugar y reír junto a sus amigos y amigos».
Marina (nombre ficticio), una mujer de 39 años y residente en Jersón, huyó en septiembre de 2022 con su familia a un pueblo cercano a Mikolaiv. A su regreso, la vivienda había sufrido daños materiales a causa de los combates y su esposo había perdido su medio de sustento a causa de la presencia de minas antipersona.
«La tierra estaba más o menos bien, pero la casa estaba destruida. Cuando volvimos aquí, no había ningún trabajo porque todo alrededor estaba minado», explicó la mujer en declaraciones a Save the Children.
«Al llegar el verano empezaron a reparar la maquinaria (que quedaba), así que a él (el marido) le pagaban un poco por hora. Ahora, en invierno, no tiene trabajo y nadie sabe si lo habrá en primavera porque las tierras de cultivo no han sido desminadas», lamentó.
Anna (nombre ficticio), hija de Marina de doce años, expresó su deseo de poder regresar a casa en la provincia de Jersón. «La gente dice: este u oeste, el hogar es lo mejor. (El pueblo
donde fuimos) era un lugar mucho mejor y más cuidado. Habrán visto que aquí no tenemos nada. Pero en casa se está mucho mejor», relató.
La niña sólo asiste a clases por vía telemática debido al cierre de su escuela debido al conflicto, mientras que salir a jugar fuera de casa es peligroso por los bombardeos. «Me gustaría mucho estudiar en la escuela (de manera presencial). Hablar con los profesores de la escuela, con los niños y niñas. Mi amiga vive lejos, me gustaría hablar con ella en persona», afirmó.
Por todo ello, la ONG hizo un llamamiento a las partes en conflicto para que cumplan sus obligaciones con el Derecho Internacional y protejan a los civiles, dejen de usar armamento en zonas pobladas y den un acceso humanitario pleno y sin trabas a las familias atrapadas por la guerra. (Europa Press)