Sea o no de nuestro agrado, en una democracia representativa en la que vivimos, el papel que juegan los partidos políticos es fundamental. Bolivia es un país que tiene una tradición partidaria muy pobre; tanto los Liberales como los Conservadores (Constitucionales), entre sus escisiones, intentaron sin éxito continuar vigentes en el escenario político. Las apariciones del Partido Republicano o del Partido de la Unión Republicana Socialista son una muestra de las diversas visiones y peleas ideológicas. Entre los partidos desaparecidos, podemos encontrar al Partido de Izquierda Revolucionaria, que más tarde sería la base del Partido Comunista de Bolivia, el cual, en sus primeros documentos históricos, tiene una salutación a Stalin. Tras la revolución de abril de 1952, el Movimiento Nacionalista Revolucionario se convirtió en hegemónico, y partidos como la Falange Socialista Boliviana quedaron relegados; incluso su líder, Óscar Únzaga de la Vega, perdió la vida, y se discute si fue por una ejecución o un suicidio.
Las divisiones se dieron también en el hegemónico partido rosado; el Partido Revolucionario Auténtico de Walter Guevara Arze o el Partido Revolucionario de Izquierda Nacional de Juan Lechín Oquendo son una muestra de ello. Debemos recordar que el Partido Demócrata Cristiano fue el semillero del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que también se fracturó por una facción denominada “Masas” y la creación del Movimiento Bolivia Libre. Acción Democrática Nacionalista es el ejemplo del traje a medida del caudillo y que, sin su jefe fundador Hugo Banzer Suárez, va rumbo a la desaparición, al igual que el MIR tras el retiro de la política de Jaime Paz Zamora. No podemos olvidar al Partido Obrero Revolucionario, que muestra su vigencia en el magisterio urbano paceño. Parte de los partidos políticos mencionados llegaron al poder o fueron parte de gobiernos. Salvo las dictaduras militares, trabajaron en la clandestinidad, y el único caso de proscripción lo sufrió el MNR, fue en el régimen de René Barrientos Ortuño.
En cuanto a la crisis del sistema de partidos en el año 2002, tras la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada, el Movimiento Al Socialismo se convirtió en el partido hegemónico que supo explotar el discurso del nacionalismo revolucionario y el sentimiento de las grandes mayorías sobre las nacionalizaciones de las empresas estratégicas estatales. También debemos reconocer que el MAS aprovechó la Ley de Agrupaciones Ciudadanas y Pueblos Indígenas de 2004, que torpedeó la creación de partidos a nivel nacional y que se concentraron en regiones y municipios, teniendo militancias pequeñas y objetivos en los cuales no se encuentra la presidencia del país. El descontento con los integrantes del sistema de partidos trajo consigo el activismo y el desprecio al quehacer político. Varios activistas son ahora parlamentarios, y esto puede ser tomado de forma positiva debido a que se dieron cuenta de lo importante de la actividad política. La política es muy importante porque las grandes y pequeñas decisiones que impactan en la vida de cada uno de nosotros nacen de ella. No es un camino fácil ni sencillo; es una decisión personal y abrazar el proyecto de país, región o ciudad que se quiere y desea.
Los partidos políticos también tienen sus obligaciones de ley que cumplir, y hasta el 7 de mayo de 2024, deben renovar sus dirigencias. De los once partidos nacionales, apenas 3 cumplieron con la normativa: Unidad Nacional, Demócratas y el Frente Revolucionario de Izquierda. En cambio Acción Democrática Nacionalista, Frente Para la Victoria, Movimiento Nacionalista Revolucionario y el Partido Demócrata Cristiano, hasta hoy, no adecuaron sus estatutos orgánicos ni renovaron sus dirigencias. El Movimiento Al Socialismo, Movimiento Tercer Sistema y Unión Cívica Solidaridad deben renovar sus dirigencias. Al Partido de Acción Nacional Boliviano le falta la adecuación de estatutos. Las nuevas generaciones que quieren cambiar los destinos del país tienen dos opciones: militar en los partidos existentes para ejecutar los cambios que buscan o fundar sus propios partidos y lanzarse a la carrera electoral.
Los ciudadanos deben acabar con la leyenda negra sobre los partidos políticos, reconocer el papel fundamental que juegan en las sociedades y reconocer que son un pilar fundamental para el cambio que todos los bolivianos deseamos, recordando que sin partido no hay poder.
El autor es politólogo.